_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Nupcias

Manuel Vicent

Se casaron en los Jerónimos, y el banquete nupcial se celebró en un salón del Ritz donde los novios, que eran aristócratas, habían reservado una suite para pasar la noche de bodas. Había muchos bigotitos y cuellos de porcelana entre los invitados; también las damas lucían pamelas con frutas, y se veían niñas rubias con lazos de terciopelo. El sudor en el templo olía a Nina Ricci y a otras marcas de perfume exquisito que se liberaba desde la intimidad de la carne femenina al agitarse las sedas de los abanicos. Al pie del altar, un cura muy guapo, de mandíbula violeta y, santidad probada, había derramado palabras de felicidad sobre la pareja de enamorados congratulándose en nombre de la Iglesia por el hecho de que dos vástagos de familias de honda raigambre cristiana y Financiera hubieran decidido unirse en matrimonio para formar un nuevo hogar santificado por Dios. Con esa entrega mutua se acrecentaría el cuerpo místico. Tendrían hijos sanos, cuyos ojos serían azules como los de la madre, e igualmente heredarían del padre el talento para los negocios. Estas cosas tan dulces había dicho el sacerdote moviendo con elegancia los brazos antes de darles la bendición mientras la pareja de novios se miraba con una sonrisa ambigua. Nadie podía afirmar cuál de los dos era más hermoso. Cuando abandonaron el templo bajo los acordes del órgano, desde los bancos las grandes familias conocidas les iban felicitando, y ahora todos bailaban en el Ritz alrededor de la tarta, pero a las dos de la madrugada terminó la fiesta y ellos subieron a la habitación del hotel. Lentamente, él se fue despojando del traje de novia y debajo del blanco satén aparecieron palpitando de amor sus atributos masculinos; ella se quitó el chaqué con todos los arreos de galán hasta quedarse con el cuerpo anfibio reflejando su desnudez en el espejo bisexual. Comenzaron a besarse, y entre caricias durante toda la noche recordaron las estancias de un viejo palacio cerrado donde siendo adolescentes se conocieron y revelaron su secreto.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_