La violencia urbana reina en Mozambique
Llamamiento de las iglesias cristianas del país para que se deje "de robar y matar"
, ENVIADA ESPECIAL El Consejo Cristiano de Mozambique (CCM), que reúne a representantes de la Iglesia católica, de varias iglesias protestantes y de algunas llamadas independientes, ha formulado un llamamiento -en vísperas de que se reinicien las negociaciones de paz entre el Gobierno y la guerrilla de la Resistencia Nacional Mozambiqueña (Renamo)- para acabar con la violencia que flagela las ciudades, y en particular la capital, Maputo. El llamamiento está dirigido a toda la población mozambiqueña y no específicamente al Gobierno ni a la guerrilla.
La inseguridad que desde hace años se observaba en las zonas rurales y en provincias enteras del país -y que transformaban a Mozambique en una especie de archipiélago de pequeñas zonas de relativa tranquilidad alrededor de las ciudades- invade ahora las áreas urbanas. Un toque de queda de hecho se aplicaen casi todos los barrios de la capital, en la que nadie se atreve a circular a pie durante la noche.Significativa mente, la llamada del consejo de las iglesias, hecha pública a principios de mes, se dirige al conjunto de la población y la exhorta "a dejar de robar, matar, amenazar o violar a las personas en la vía pública, en los lugares de trabajo o en casa, de día o de noche". En el comunicado del CCM, firmado por el obispo católico de los libombos, Denise Salomon Sengulane, se afirma que "la falta de respeto por la vida humana alcanzó niveles alarmantes" y que "asesinatos, suicidios, ataques, robos y violaciones" son el tema principal de las conversaciones en todo el país.
El escrito no hace distinciones entre los que emplean la violencia por motivos Ideológicos o para apoderarse de bienes materiales, o les que ceden a la desesperación, atentan contra la propia vida, y reafirma que la violencia no resuelve los problemas. "Nadie tiene derecho a hacer justicia con sus propias manos", utilizando "armas de fuego, armas blancas, palos, piedras, manos, pies o dientes para destruir la vida".
La inseguiridad, acerca de la cual la prensa estatal mozambiqueña publica noticias episódicas, es efectivamente dramática y parece indicar que el régimen de Maputo está en vías de perder el control de la situación en las zonas urbanas donde su poder era hasta ahora incontestado. A título de ejemplo, la semana pasada, en una empresa estatal en huelga por aumento de salarios, cinco miembros de la Administración fueron brutalmente apaleados, uno de ellos hasta la muerte, por los huelguistas. Camiones que transportan alimentos procedentes; de la ayuda internacional humanitaria son regularmente asaltados por "bandidos armados"; no se sabe si pertenecen a la guerrilla, al Ejército o son cuadrillas de bandoleros.
Desesperación
Las organizaciones no gubernamentales (ONG) acusan a las autoridades locales de pasividad o incluso (le connivencia con los asaltantes. Los responsables mozambiqueños; alegan falta de medios para controlar la situación y las explosiones populares de desesperación por la escasez de la ayuda recibida: ante el temor de no ser beneficiados en las distribuciones de harina, azúcar y arroz, los campesinos y los refugiados prefieren asaltar las columnas de las organizaciones humanitarias antes de que éstas lleguen a su destino.La televisión estatal retransmitió recientemente un reportaje sobre las atrocidades supuestamente cometidas por la Renamo en varias zonas del centro del país, incluyendo matanzas y mutilaciones sexuales. Es difícil saber hasta qué punto esta campaña alarmista se destina a desprestigiar a la Renarno antes del ¡nicio de las negociaciones.
Pero una cosa es cierta: Maputo, la capital, de más de un millón de habitantes, es hoy una ciudad cercada por el miedo, donde la población procura defenderse por todos los medios de los delincuentes que deambulan por las calles.
Por otra parte, el silencio del Gobierno mozambiqueño acerca de la tentativa de golpe de Estado desarticulada el pasado 23 de junio alimenta las más diversas especulaciones. Se extiende la idea de que se trató de un montaje del propio presidente Joaquín Chissano, que prelendería así reforzar su poder antes del sexto congreso que su partido, el Frelimo, celebrará en agosto.
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