Induráin supera su último obstáculo serio
El Tour discurre hasta París tramitando etapas. Todo quedó decidido en la cima de Alpe d'Huez. Se cuenta con la aceptación general. Nadie emplea unas energías escasas a estas alturas en atacar la posición de Miguel Induráin, el líder. La gran cuestión quedó zanjada y el pelotón se mueve tan sólo a impulsos de pequeños litigios, como es el caso del pequeño Thierry Claveyrolat, ávido ayer por sumar puntos en los diferentes puertos de montaña y oportunista al alargar el esfuerzo para intentar una victoria de etapa. La principal novedad Negó por parte del norteamericano Greg LeMond, incapaz de seguir el rastro de los mejores. LeMond llegó a la meta con un considerable retraso, más de siete minutos respecto al vencedor. Las especulaciones sobre su posible abandono volverán a recrudecerse a partir de hoy. Manuel Jorge Domínguez fue descalificado por remolcarse en un coche.
Dada la solidez del líder, poco cabía esperar de una etapa diseñada para desencadenar una gran batalla. Nadie corre riesgos inútiles y menos cuando el desgaste sufrido puede causar grandes desfallecimientos. La última jornada alpina tenía como característica principal un inhabitual kilometraje, no exento de dificultades montañosas de cierto calibre. La realidad mostró un trayecto rápido, pero tranquilo, solamente alterado por unas condiciones climatológicas desagradables.Induráin contó en todo momento con la compañía de los notables y ninguno abandonó el cortejo bruscamente a pesar de alguna tentativa más formal que práctica por parte de Bugno. El italiano, probablemente, quisiera dejar constancia de que lo intentó a través de un par de ataques, pero más bien para evitar reproches que por el propio convencimiento de su utilidad.
Unicamente LeMond se despidió del gran grupo. Lo hizo en el primer puerto (Aravis) para ubicarsejunto a los sprinters, que suelen llevar un ritmo suave y práctico en este tipo de etapas, el suficiente para llegar con el control abierto y no sufrir un desgaste que hipoteque sus prestaciones en las futuras. Se dice que los velocistas tienen una rara habilidad para hibernar durante las jornadas montañosas. Tras su paso, son capaces de hacer florecer esa pedalada potente que les da alas en los últimos metros. Hay que considerar que todavía les queda una jornada especial, el sprint final en los Campos Elíseos de París, un triunfo especialmente ambicionado por ellos.
Sobrevivir
La penitencia de LeMond cobró así más interés que la etapa propiamente dicha, marcada por el control que corredores como Delgado o Bernard hacían constar en el grupo de los mejores. La situación del norteamericano, decidido a vivir el Tour al día sin obsesionarse por su posición en la clasificación general, pareció preocupante por las diferencias que se manejaban y por el hecho de que gran parte del equipo Z decidiera no asistirle y marchara en grupos más adelantados incluso. Sin embargo, LeMond viajaba donde mejor le convenía y no pareció, ya en la meta, tan abandonado a su suerte, aunque en su entorno insisten en que se va a ver obligado a un abandono. Puede afirmarse que en la derrota, una situación desconocida para él en su trayectoria como hombre-Tour, LeMond supo ser eminentemente práctico: no abusó del heroismo; simplemente, buscó la supervivencia.
La jornada supuso, dentro de un orden menor, una inesperada decepción para el inagotable Eduardo Chozas, quien perdió su posición entre los diez primeros de la clasificación general, puesto al que tuvo acceso ayer Pedro Delgado. Chozas estaba realizando, nuevamente, un Tour muy meritorio, aunque oscurecida su labor por el liderato de Induráin. La combatividad de este corredor no conoce el fin y había sido testigo presencial de algunos de los momentos cumbres de esta prueba. La actuación de Chozas era merecedora de mayores elogios y su posición en la general un acto de justicia. Todo ello hasta ayer, cuando posiblemente su esfuerzo, expuesto con una generosidad desconocida en otros corredores, le jugó una mala pasada.
La etapa, por último, dejó sin decidir una de las posiciones del podio, la tercera, para la que compiten el italiano Claudio Chiapucci y el francés Charly Mottet, separados por nueve segundos. Chiapucci no pudo ayer reeditar su agresividad y queda en una situación muy frágil para defender su posición a la vista de que Mottet es muy superior a él en las pruebas contrarreloj como la que ha de disputarse el próximo sábado.
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