Mila Mulroney
La esposa serbia del 'premier' canadiense
Es bella, es joven, es primera dama -aunque en realidad no lo es-, se proclama amiga de Barbara Bush y sus antecesoras han estado rodeadas por el escándalo o la apat ía pública. No es poco para quien se llevó la palma entre el grupo de esposas, tal como los jefes de prensa del G-7 decidieron bautizar a la piña cerrada de primeras damas que acompañaron a los líderes de las naciones más industrializadas del mundo. Aunque parece que a Mila Pivnicki, nacida en Serbia y esposa de Brian Mulroney, primer ministro de Canadá, más que la producción industrial le va el consumo. Su marido suele decir que "a mi mujer le han robado la tarjeta de crédito, pero prefiero no denunciar el robo porque el ladrón gasta menos que ella". Por Ottawa corre un, seguramente malicioso, bulo sobre la Imelda canadiense: gastó 1.000 dólares de su país en un cinturón. Para Claire Hoy, la única funcionaria del gabinete de prensa del Parlamento que no recibió una tarjeta de Navidad de Mila, "la primera dama ha recibido a los cinco años un cinturón negro en compras".No es la primera dama según el protocolo del Canadá. La primera es la esposa del gobernador general, en representación de la reina de Inglaterra.
Pero Ray y Gerda, como se les conoce popularmente al gobernador y a su esposa, dan otro tono, y Gerda es de estilo tranquilo y hogareño. Desde luego, Mila Mulroney, de 38 años, va dejando en Ottawa una estela más sosegada que la tumultuosa Margaret Trudeau con su marihuana y sus amistades peligrosas a los Ojos del stablishment: los Rolling Stones, Ryan O'Neill, Hussein de Jordania y una gran variedad de estrellas del cine y del pop. Para un observador de la política canadiense, Mila es una brisa de tranquilidad tras la saga de "la inestable Margaret Trudeau, la desagradable Maureen McTeer Clark y la poco fiable Greills Turner". De todas formas, esta mujer, bella y fiable, a juzgar por opiniones diversas, ha provocado consternación en los círculos oficiales cuando elevó la condición de esposa de primer ministro a los niveles que gustaba a Nancy Reagan y decidió establecer despacho y personal propio en la sede del consejqprivado de Mulroney.
Éste confiesa haber conocido a Mila un día de 1972 mientras leía un periódico junto a la piscina del Mount Royal Tennis Club de Montreal. Lucía biquini y tenía 19 años. Se casaron un año después. "El motivo de mi matrimonio fue que estaba locamente enamorada de Brian. Era muy generoso. Tenía un agradable sentido del humor. Además, yo deseaba una persona ambiciosa que supiera lo que quería, porque yo sabía qué quería". Poco después de casarse, se les conocía como Ken y Barbie. Pero la campana electoral de 1983 borró esa imagen. Pronto se mostró como un elemento indispensable en los éxitos de su marido. Para los observadores, el talento político de Mila quedó ratificado al dar a luz al último de sus cuatro hijos en el primer aniversario del triunfo de Mulroney.
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