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El mercado negro florece en Yugoslavia

La crisis ha hecho que sólo se acepte dinero contante y sonante

El florecimiento del mercado negro de divisas en Yugoslavia, prácticamente inexistente en los últimos 10 años, inaugura una nueva etapa en la economía cotidiana a la cual el ciudadano no estaba acostumbrado. Un marco alemán se vende por 20 dinares mientras su cambio oficial con la moneda alemana es de 13 dinares. En Belgrado, cerca de Bajlon, los albaneses de Kosovo se entregan en cuerpo y alma al negocio de compraventa de moneda extranjera. Las cuentas privadas en divisas están bloqueadas en los bancos. A veces, ni su contravalor en dinares se puede retirar. Los que tienen la suerte de sacar el contravalor en la moneda yugoslava acuden al mercado negro para salvar lo que pueden. De todos modos, en el periodo bélico y con el futuro marcado por la incertidumbre, lo único que cuenta es el dinero en efectivo.Las tarjetas de crédito -American Express, Visa y otras- expedidas en Yugoslavia ya no se pueden utilizar en el extranjero. Las cuentas bancarias de las sucursales de estas compañías internacionales están congeladas desde hace meses. También las tiendas yugoslavas rehúsan recibir las tarjetas de crédito. Sólo se acepta dinero contante y sonante. Ni siquiera los cheques.

Hace tan sólo cinco años, Yugoslavia era una excepción en Europa del Este. Los ciudadanos tenían sus cuentas bancarias en moneda extranjera, podían retirar sus divisas en cualquier momento y, al depositar el dinero, nadie preguntaba por su procedencia. Marcos alemanes o dólares norteamericanos se compraban en el mercado negro, pero debido a una enorme oferta el tipo de cambio de las operaciones en negro era sólo un 10% superior al oficial. Ahora, la disparidad ha aumentado como nunca.

Hace escasamente un año el sonriente primer ministro yugoslavo, Ante Markovic, se vanagloriaba de que había recaudado 10.000 millones de dólares en el Tesoro público. Actualmente, las reservas rondan los 4.000 millones de dólares y se prevé que sigan cayendo. Los productos extranjeros desaparecen de los escaparates, al mismo tiempo que comienza a escasear la materia prima importada. Por ejemplo, el mercado de medicamentos está desabastecido.

Las refinerías de petróleo carecen de las divisas para comprar el crudo. Si continúa la inestabilidad financiera actual, las refinerías tendrían que acudir al mercado negro para conseguir la moneda extranjera. Si Irak no suministra la cantidad de petróleo prometida, junto con la URSS, que paga sus importaciones de Yugoslavia con el crudo, la gasolina desaparecerá.

La producción industrial cayó un 17% en los primeros seis meses del año. En algunas áreas -carbón, construcción naval, calzado, textil-, la caída supera un 35%.

La ausencia de recursos obliga a las fábricas a enviar a los obreros de vacaciones, pagándoles el salarlo mínimo, de unas 20.000 pesetas mensuales. La fecha del regreso al trabajo es incierta: tampoco saben si volverán. En Bosnia-Herzegovina, por ejemplo, una de cada cuatro personas sólo ha recibido su salarlo íntegro un mes en lo que va de año. La cosecha de trigo y de maíz se efectúa bajo custodia armada. En Voivdina se realiza sin problemas, mientras que en Eslavonia, los labradores trabajan bajo protección armada.

Si bien el Gobierno federal dispone de reservas estratégicas de alimentos y combustible, estos almacenamientos están seriamente afectados por el conflicto con Eslovenia y Croacia. Portavoces del Gobierno federal aseguran que Eslovenia se había incautado de más de un 35% de las reservas estratégicas de forma ilegal. Tampoco cuentan con los almacenes de Croacia, bajo custodia de las autoridades de Zagreb. Si no cesan las hostilidades y no llegan 3.000 millones de dólares de dinero occidental fresco, el Gobierno de Ante Markovic prevé el colapso económico a finales de agosto. Si la terapia de choque inaugurada por el Gobierno federal -el congelamiento de los créditos y las divisas, recorte drástico del presupuesto federal y el estricto control monetario- no entra en vigor inmediatamente, "el colapso financiero será inevitable, acompañado por la hiperinflación, que puede destruir todo el flujo económico en el país".

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