Santos
Doña Pilar lo profetizó: "Un día harán santo a mi hermano". Puede suceder. Por lo visto, bastaría con que se le abriera el proceso y alguien demostrara que ha sido beneficiado por un milagro implorado a Francisco Franco. Está tan mal el mercado de santos y milagros que cualquier prodigio se acepta como milagro y a cualquiera como santo. Un viejo sacerdote aragonés, interrogado hace años sobre su conocido y paisano Escrivá de Balaguer, contestó: "Estoy asombrado. Ya ve usted lo que son los designios de Dios. No ha escogido a una persona demasiado inteligente ni culta, sino al pobre Pepito. ¡Quién lo iba a decir!".Asombrado también está el cardenal Tarancón por lo rápido que va el proceso de beatificación de Escrivá, el fundador del Opus. Y Tarancón siempre ha tenido la zorrería de asombrarse ante lo que no le gustaba. Que hagan santo al fundador de lo que alguien llamó Santa Mafia, algunos de cuyos destacados miembros ayudaron a sostener el franquismo durante 20 años y se hicieron corresponsables del terrorismo de Estado, mientras utilizaban el tráfico de influencias para infiltrarse en el poder económico y cultural, como paso previo para crear su propio poder económico y cultural, sólo puede asombrar a las almas irónicas como Tarancón. ¿Acaso Su Santidad no está pidiendo que luchemos contra la corrupción mientras siguen por las cloacas parte de las finanzas del Vaticano y las- conexiones entre la Santa Sede y la P-2 vía Marcinkus, Gelli, Calvi y todo lo que les cuelga son un misterio y no precisamente teológico?
Otra cosa sería que, a la vista de la imposibilidad ética de encontrar santos como Dios manda, se declare explícitamente que a partir de ahora será santo todo aquel que ayude a los tesoreros del Vaticano a llegar a fin de mes. El Opus es un padrino generoso, ¿por qué no?, providencial.
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