Como una sopa en verano
Aumentan las alergias y catarros estivales a causa del mal uso del aire acondicionado
O está demasiado frío o demasiado sucio. O ambas cosas a la vez. El resultado del mal uso y abuso del aire acondicionado está provocando un creciente número de narices goteantes y enrojecidas en pleno verano, anginas y alergias de molestos síntomas, que no sólo provocan molestias fisicas, sino un creciente absentismo laboral. Los catarros estivales eran algo rarísimo antes de que se generalizaran las instalaciones de aire acondicionado. Ahora son cada vez más frecuentes, y es que, aunque parezca un contrasentido, en muchas oficinas se pasa frío en verano y calor en invierno. La cosa ha llegado a tal extremo que ya resulta temerario aventurarse a ir al cine en agosto en manga corta.
Las grandes ciudades españolas se parecen cada vez más al refrigerado modelo estival de algunas zonas de EE UU, donde se gasta más energía para el aire acondicionado del verano que para la calefacción del invierno. Poder dulcificar las temperaturas extremas es un indicador de calidad de vida, pero modificarlas en exceso puede ser una fuente de patología. "Hay que diferenciar dos grandes tipos de problemas: las consecuencias de unas temperaturas excesivamente bajas y los efectos sobre la salud del incorrecto mantenimiento de las instalaciones", explica Enric Aulí, jefe del servicio de Saneamiento Ambiental de la Generalitat de Cataluña.Una persona que trabaje con el aire acondicionado excesivamente frío y vaya a un restaurante también refrigerado en plena canícula puede incurrir en shock térmico seis veces al día. El shock térmico se produce cuando se somete al organismo a un cambio muy brusco de temperatura, por ejemplo, de los 38 o 40 grados de la calle en agosto a los 20 grados del aire acondicionado, y viceversa.
Caída de las defensas
La cultura popular advierte sobre las nefastas consecuencias de someterse a una corriente de aire frío cuando se está acalorado. El mecanismo que se produce con la refrigeración es el mismo: al bajar bruscamente la temperatura del cuerpo, bajan también las defensas, lo que permite que los virus y gérmenes puedan desarrollarse.La intensidad del aire acondicionado suele ser motivo de controversia en las oficinas, porque mientras unos se encuentran confortables, otros están tiritando. Todos los expertos consultados coinciden, sin embargo, en que un aire acondicionado menos intenso -por encima de los 26 grados- resulta confortable para todos, incluidos los más obesos y calurosos, y en cambio reduce los riesgos del shock térmico.
La cosa se complica, sin embargo, cuando, además del continuo atentado contra las propias defensas, se somete al organismo a una lluvia invisible de gérmenes procedente de las instalaciones del aire acondicionado. "Todavía no se han hecho estudios epidemiológicos que confirmen la relación, pero en los últimos años hemos observado un incremento de casos de rinitis alérgica y cuadros similares, provocados por el mal mantenimiento de las instalaciones. Los síntomas más frecuentes son un persistente lagrimeo, irritación de las mucosas, picor de nariz y estornudos en cadena", explica Ferrán Morell, jefe del servicio de Neumología de Vall d'Hebron. Si no se limpian con frecuencia y, sobre todo, si no se cambia adecuadamente el agua del humidificador, estas instalaciones pueden acumular gran cantidad de microbios.
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