Enemigos en la batalla, amigos en el hospital
Soldados eslovenos y federales se recuperan juntos de sus heridas en Liubliana
M.T. ENVIADA ESPECIAL, El hospital universitario en la capital eslovena, Llubliana, vació numerosas camas cuando comenzó el conflicto bélico en territorio de esta república para tenerlas disponibles para los heridos tanto de las Fuerzas Armadas yugoslavas como de la Defensa Territorial eslovena. Más de 30 heridos fueron ingresados en este hospital. Los soldados eslovenos y los del Ejército federal comparten las mismas habitaciones y al oir su animada charla y bromas esta enviada especial tuvo problemas para distinguir quién era quién. Era difícil pensar que estos jóvenes pocos días antes eran enemigos en la batalla y que hubieran podido disparar uno en contra del otro.
Marjan, soldado esloveno de 22 años, carpintero de profesión, comparte la habitación número 14 con Jasmin, cerrajero, de 18 años, nacido en Zagreb, que cumple su servicio militar. "Me hirieron después de dos minutos de combate", explica Marian, "cuando rodeamos el cuartel militar en Ribnica. "Los oficiales disparaban desde sus residencias", agrega.Marjan nunca ha visto a un muerto en su vida y nunca había combatido antes. Su hermano es policía. "Eslovenia tiene que luchar por su independencia", dice Marjan mirando a Jasmin, acostado en la cama de enfrente, y reconoce que no guarda ningún rencor hacia los hombres a los que debió combatir por órdenes de sus superiores: "Los soldados no tienen la culpa, ellos no sabían por qué estaban luchando".
Tres meses en el ército
Jasmin confirma esta aseveración. Llevaba tres meses y medio en las Fuerzas Armadas yugoslavas estacionado en el cuartel en Vrhnlka, de donde salió la primera columna de blindados con la tarea de conquistar el aeropuerto Brnik de Liubliana.
"No sabía dónde quedaba Brnik. Nunca en mi vida heestado en Litibliana. Después me dijeron que se trataba de un aeropuerto". Jasmin estaba en un carro de combate, junto con otros diez soldados de diferentes nacionalidades. "Entre nosotros no había ninguna diferencia".
Llegaron a los suburbios de Liubliana, en Trzin, cuando uno de los vehículos se averió y los tres se detuvieron. "Estuvimos durante 30 horas dentro del carro de combate.
"Nuestro comandante salió fuera a negociar con los de la Defensa Terrritorial y nosotros, dentro, confiábamos en que nunca tendríamos que disparar. No nos avisaron acerca del resultado de las negociaciones". Luego, cuenta Jasmin, comenzaron los disparos. Desde el blindado no supo quién había disparado primero. Cuando una granada alcanzó su carro, Jasmin quedó herido. Junto con otros cuatro companeros soldados gateó dos kilómetros a través de un campo de maíz hasta encontrar a los policías eslovenos, que les ofrecieron cigarros y les llevaron al hospital.
"Tuve mucho miedo", dice Jasmin sin reparos y afirma que no había desertado por el temor al tribunal militar. "Espero no tener que luchar nunca más", añade este joven sonriente, a quien le quedan ocho meses para cumplir el servicio militar.
Ahmet, soldado federal de 20 años, nacido en Zenica (Bosnia), comparte la habitación número 12 con Boris, de 23 años, reservista de la Defensa Territorial, técnico mecánico y ciclista aficionado. "Nunca más tomaría las armas", dice Ahmet, "no sé por qué estamos luchando si todos somos iguales. Cuando nos despertaron con alarmas no sabía muy bien a dónde íbamos. Sólo sabía que se trataba de un aeropuerto".
A la pregunta de si cumpliria su servicio militar hasta el final, Ahmet mira con tristeza y dice: "Eso no depende de mí".
Defender Eslovenia
En la cama de al lado, Boris fue reclutado para la Defensa Territorial justo un día después de su regreso de una gira ciclista en Austria, donde llegó séptimo.
Estaba asignado a vigilar el orden en Liubliana, cuando una noche "un terrorista mató a un policía en la calle de Liubliana". Mientras estaban persiguiendo al terrorista, la bala se le atoró en su Escorpión y Boris se hirió a sí mismo.
Boris y Ahmet se han hecho amigos en el hospital. "Él no sabe por qué lucha", precisa Boris. Cuando se le hace la inescusable pregunta de si volvería a combatir para defender Eslovenia, Boris explica: "Es como si le roban la bicicleta a uno, hay que ir a buscarla".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.