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CASO PENDIENTE

Pilar Pacheco, víctima de una pasión oculta

Cuatro años después, el asesino de una joven de Alcorcón sigue sin ser desenmascarado

Buscaba setas y encontró un cadáver. Aquel hombre caminaba por la finca La Presilla, cerca del aeródromo madrileño de Cuatro Vientos, cuando descubrió a una joven muerta, completamente desnuda, con las manos atadas a la espalda con sus propias medias. Su asesino le había cortado la garganta con un cuchillo de grandes dimensiones. La policía tiene la firme sospecha de que el autor del crimen fue alguien a quien conocía la víctima. Pero desde entonces han pasado ya más de cuatro años y el criminal sigue sin ser desenmascarado.

Era el lunes 13 de abril de 1987 cuando aquel hombre descubrió caído en la hierba, entre los pinos, el cuerpo sin vida de una joven. Aparentaba alrededor de 20 años. Medía 1,55 metros de estatura. Pesaba unos 55 kilos. Tenía los ojos marrones y el pelo moreno y corto, según la descripción efectuada entonces por la Policía Municipal de Leganés.La muchacha había sido asesinada mediante dos profundos cortes en el cuello, que le habían seccionado la tráquea y la yugular. El sujeto que le arrancó la vida lo hizo, además, de forma cruel y sin encontrar la menor resistencia: después de haber maniatado a la víctima con sus propios panties.Junto a la joven muerta no se halló ni su falda rosa, ni su camisa blanca, ni su chaqueta azul marino, ni sus zapatos planos, ni su documentación. Pero la policía tardó poco en identificarla, ya que horas antes se había recibido en la comisaria de Alcorcón una denuncia en la que Anselmo Pacheco Corchado daba cuenta de la misteriosa e inexplicable desaparición de su hija María del Pilar, de 21 años, que vestía igual. No cabía duda de que una y otra eran la misma mujer.La hija del jefeLa última persona que había visto viva a María del Pilar Pacheco Rodríguez fue Yolanda, la hija del jefe de la empresa de estuchados de cuberterías de Usera donde aquélla estaba empleada. Ambas chicas habían quedado citadas a las seis de la tarde del domingo 12 de abril en una cervecería de Madrid. Después estuvieron en un pub de la plaza de España y en otro de la calle de Amaniel.

Sobre las once de la noche, Yolanda llevó a su amiga a la estación de metro de Laguna, donde ésta tenía previsto coger un tren para trasladarse a su domicilio de la calle de Venus, en Alcorcón. Pero jamás llegó a su casa.

El matrimonio Pacheco Rodríguez, que tenía cuatro hijos, empezó a alarmarse al ver que pasaba el tiempo y que Pilar no regresaba, pese a que solía ser muy puntual porque sabía que a su madre, María del Carmen Rodríguez, no le gustaba que anduviera por la calle más tarde de las once. Sus padres la buscaron en la estación del suburbano en las calles que debía recorrer para Ir a su domicilio, en los descampados cercanos...Todo fue inútil. Y desde entonces tuvieron la firme sospecha de que tenía que haberle ocurrido algo terrible.Desde el primer momento se supo que el asesino había atacado a la joven movido por sus apetencias sexuales, aunque la autopsia confirmó que no había llegado a ser violada. La policía cree que el homicida abordó a Pilar con la intención de abusar de ella. ¿Qué es lo que sucedió en aquel paraje? ¿Por qué degolló ese individuo a la víctima? Cuatro años más tarde son incógnitas aún no resueltas.Agentes de la comisaría de Alcorcón y del Grupo de Homicidios de la Brigada Judicial se hicieron cargo del caso. Investigaron a los violadores que residen en el pueblo y en los alrededores; realizaron averiguaciones sobre el exhibicionista que unas semanas antes había asaltado a la muchacha en el metro; rastrearon entre los amigos, vecinos y familiares... Pero todas las pistas acabaron en un callejón sin salida.Llamadas maliciosasPara añadir más dramatismo al asunto, un voz anónima empezó a telefonear a la familia Pacheco para atribuirse el asesinato y verter una serie de amenazas. Aunque la policía pinchó el teléfono, no logró identificar al macabro bromista.

Unas semanas más tarde se produjo otro incidente inquietante: a Yolanda, la hija del jefe de la empresa donde estaba empleada Pilar, le robaron el coche, que posteriormente fue encontrado en un barranco, con un artilugio acoplado al pedal del acelerador para que el automóvil funcionase por sí mismo. Eso desató una cadena de especulaciones sobre la posibilidad de que se tratase de una advertencia dirigida a la amiga de la joven degollada. No obstante, la policía asegura que fue un simple robo sin ningún otro tipo de connotaciones.

La policía sigue investigando y ahora está pendiente del informe de un laboratorio de Londres, donde meses atrás enviaron las ropas de un sospechoso para determinar si tienen manchas de sangre. "No es normal que un violador mate a la víctima, a no ser que ésta conozca al agresor", dice un experto. Y ésa es precisamente la hipótesis más firme: que la joven conocía a su asesino y que él sentía una oculta, morbosa e irresistible atracción hacia ella. Pero ¿quién degolló a Pilar?

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