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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Papel reciclado y política

En un esfuerzo de abordar el tema del papel reciclado, Virginia Orejero (EL PAÍS, 28 de abril de 1991) ha dejado en el tintero algunos temas candentes.Efectivamente, este papel es la nueva baza de los políticos y de la Administración, ansiosos de encontrar temas de carácter ecológico. Para que los electores se sientan realmente solidarios con los problemas del medio ambiente de una: forma fácil y cotidiana, la Administración se va a encargar de sensibilizar y mentalizar a los ciudadanos sobre la obligación cívica de colaborar en la recuperación del papel. Por otro lado, algunos de nuestros papeleros hace unos años estuvieron más interesados por los fáciles beneficios propiciados por una economía cerrada que por mirar al futuro del mercado único europeo. Ahora, según las declaraciones que se citan en el mismo artículo, parecen haberse subido al tren del papel reciclado, transformándose en los mejores defensores del medio ambiente. Todo será beneficio para el consumidor, ya que "no tiene que pagar más".

Lamentablemente, la picaresca, la mercadotecnia y la falta de legislación sobre el tema hacen que actualmente ciertos papeles de impresión y escritura reciclados sean un 15% más caros que los de fibra virgen. Ningún consumidor razonable, en condiciones normales de mercado, debería estar dispuesto a pagar más por un producto que utíliza una materia prima más barata. Mucho me temo que, tanto los políticos, la Administración, como la industria relacionada con el papel reciclado, desconocen la experiencia de otros países. En Alemania, uno de los mayores productores y consumidores mundiales de papel, tanto de fibra virgen como reciclada, las administraciones locales lideran las acciones recolectoras de papel usado. El exceso de recolección, debido a la gran disciplina de nuestros amigos germanos ha causado el hundimiento de la industria de recuperación, con una caída del 30% de los precios de papel usado. La superproducción se ha exportado a otros países como Francia, Italia e incluso a España, colapsando sus mercados. Incluso cabe preguntarse por qué y a qué coste los españoles o los franceses tienen que reciclar -o digerir- los desperdicios papeleros de sus vecinos.

A largo plazo, estos problemas son peligrosos incluso para nuestra industria papelera, ya que ésta fomenta la demanda de papeles reciclados y al mismo tiempo los servicios de recogida se vuelven totalmente inactivos como consecuencia de las importaciones. La demanda de papel reciclado se incrementará también por las actuaciones de la Administración, "sensibilizando" al ciudadano y legislando en aras a la protección del medio ambiente, según los diferentes usos del papel, como ya existe en Estados Unidos y Alemania. Los únicos beneficiarios a corto plazo serán los papeleros que utilicen pasta reciclada y los políticos, hábilmente teñidos de verde, y, finalmente, reelegidos. Los responsables políticos españoles tienen que medir muy bien sus pasos en este campo, ya que es muy arriesgado decidir qué materia prima debe usar una industria tan clave como la papelera. Informar sobre las verdaderas ventajas e inconvenientes del uso del papel reciclado es tarea de los políticos y de la Administración, más que estimular una demanda, con clara rentabilidad electoralista. Manipular el mercado libre sólo causará el descalabro en el abastecimiento de materia prima a una de las pocas industrias que utiliza recursos naturales que, en una planificación y gestión adecuadas, pueden ser renovables.- Ingeniero de Montes.

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