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Deterioro político y económico en Checoslovaquia al cumplirse el primer año de democracia

Checoslovaquia cumple estos días su primer año de democracia con un preocupante deterioro político y económico. Los resultados de las elecciones generales dieron el 9 de junio del pasado año una aplastante victoria al Foro Cívico, formado durante la llamada revolución de terciopelo. Con el presidente Václav Hável como gran mentor, este movimiento capitalizó todo el entusiasmo popular que despertó la caída del régimen comunista y el gran "retorno a Europa".

Todos sabían entonces que el país se habría de enfrentar a dificultades, pero nadie quería ver aguada la "fiesta de la democracia". Hoy, la situación es bien distinta. Nadie duda aún de que Checoslovaquia es el Estado mejor dotado de todos los antiguos miembros de la comunidad socialista para entrar en el club occidental de países desarrollados. Su tradición industrial, su estructurada sociedad, con experiencia democrática, una ética laboral que ni 40 años de socialismo real lograron liquidar, y una situación geográfica envidiablemente vecina a los grandes focos del desarrollo y la economía alemana son sus grandes ventajas.Sin embargo, la atmósfera política se ha deteriorado seriamente, los indicadores económicos no responden como preveían los teóricos de Chicago que dirigen la política económica, y el Foro Cívico se ha dividido en al menos cuatro partidos. Año y medio después de la revolución subsiste en el país una histeria anticomunista que la realidad ya no justifica. La política de una derecha que se hizo con la mayoría del Foro Cívico confunde decisión con insensibilidad ante los crecientes problemas de los sectores sociales perjudicados por las reformas. Para los pensionistas, con sus 1.500 coronas (unas 6.000 pesetas) de renta, los productos que rebosan los escaparates son tan inasequibles como cuando no los conocían.

El sueldo medio de 3.200 coronas (12.800 pesetas) tampoco da para mucho, dado que los precios siguen subiendo sin que ello moleste, al parecer, al responsable de la economía, el viceprimer ministro y líder del Partido Democrático Ciudadano, surgido del ala derecha del Foro Cívico, Vaclav Klaus.

"Esto es un caos. La inflación ya está en el 65%, cuando Klaus predijo un 20%, y el paro estará entre medio y un millón a finales de año. La capacidad adquisitiva se desmorona. La producción interna, también", señala el profesor de economía Valtr Komarek, que fue viceprimer ministro en el primer Gobierno poscomunista y abandonó el Foro Cívico por su política derechista para formar el Partido Socialdemócrata.

La revolución para los ricos

"No hicimos la revolución para que se enriquezcan 100.000, dice Koinarek en una asamblea del partido en Jihlava, en Bohemia del sur, y sus seguidores prorrumpen en aplausos.Por su parte, los comunistas se benefician tanto de lo que llaman "persecución de la izquierda" como de la caída del nivel de vida. Con 430.000 miembros son aún el partido más fuerte de la república checa y no piensan cambiar de nombre. Su nuevo presidente, el director de cine Jiri Svoboda, en conversación con el enviado especial de EL PAÍS, asegura que hubo épocas comunistas en Checoslovaquia "muy fértiles", y espera ampliar su actual 15% de los votos según se deteriore la economía. "No somos sprinters, nos preparamos para el maratón", dice su portavoz Petr Vilhelm, para quien los comunistas aceptan la democracia parlamentaria y la legitimidad de la revolución.

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