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El agua sagrada acoge las cenizas de Gandhi

Rahul, hijo del asesinado líder, esparció los restos en la confluencia del Ganges y el Yamuna

Allahabad, la Ciudad de Dios, fue el destino final del último viaje de Rajiv Gandhi, el ex primer ministro indio asesinado el pasado martes. Las aguas del sagrado Ganges y el Yamuna se tragaron sus cenizas para siempre. En la superficie sólo quedaron millares de rosas bamboleándose sobre las olas dejadas por las barcas que llevaron los restos del desaparecido líder hasta la misma confluencia de los dos grandes ríos, donde fue levantada una pequeña plataforma para oficiar la ceremonia. Rahul Gandhi, el hijo mayor, enjuagó siete veces la vasija de cobre que contenía las cenizas de su padre para que no quedara ni un ápice de ellas.

"Estoy feliz de que lo haya recogido Dios porque era un hombre que amaba mucho a los pobres, pero me da pena cómo ha muerto", señala Carola Menezes. Esta monja de 81 años, que desde 1987 no había pisado la calle, no dudó ayer en ir a presentar sus respetos a las cenizas del niño que ella tuvo como alumno hasta que cumplió los seis años.Después de 18 horas de tren a través de Uttar Pradesh, el Estado más poblado de India y por el que siempre se han presentado como candidatos al Parlamento los miembros de la familia Gandhi (Jawaharlal Nehru, su hija, Indira Gandhi, y el hijo de ésta, Rajiv), las cenizas del ex primer ministro fueron depositadas en el jardín de la antigua casa de su abuelo para que desfilasen los ciudadanos frente a ella. "Entre las paredes de esta casa se han tomado grandes decisiones y han ocurrido grandes acontecimientos", recuerda una placa refiriéndose a la lucha de Nehru hasta que logró la independencia de India en 1947.

Hacia las cuatro de la madrugada, el tren se paró en Amethi, el distrito electoral de Rajiv Gandhi. A pesar de la hora, unas mil personas aguardaban la llegada de las cenizas de su líder. Quienes se habían colocado los primeros eran, sin duda, sus más fieles y, en cuanto la locomotora hizo entrada en la estación, el llanto contenido que convulsionaba su cuerpo estalló. Como si no quisieran creerlo, o tal vez como si quisieran irse con él, varias personas se golpearon violentamente la cabeza contra las barras de hierro de las ventanas del vagón en que estaban las dos urnas.

El llanto y el consuelo

Sonia Gandhi, que al principio del trayecto parecía una estatua de sal, inerte a los vivas de las gentes a su desaparecido esposo, se colocó de rodillas junto a la ventana y fue recibiendo en sus manos las flores que le traían. Amethi es el único lugar en el que Sonia había participado activamente en la campaña electoral. Ahora, una mujer lloraba con tanta pena que tuvo que ser la viuda quien tratara de consolarla.Cuatro horas antes, en Lucknow, la capital del Estado, se desató una pelea entre las fuerzas del orden y quienes habían ido a la estación. La misma Sonia Gandhi y otros miembros del Partido del Congreso que viajaban en el tren pidieron a los policías que dejaran acercarse a la gente hasta el vagón donde estaban las cenizas. Su negativa no hizo más que exasperar a los congregados, que trataban de escaparse por debajo de las barricadas para encontrarse con un golpe propinado por la policía y la imposibilidad de ver nada.

El tren había salido de Nueva Delhi la mañana anterior. Aquel largo culebrón marrón oscuro llevaba en el centro un coche recién pintado de blanco. Guirnaldas de clavelinas naranjas le adornaban por fuera. Por dentro, largas tiras de jazmines y nardos perfumaban los restos mortales de Rajiv Gandhi, colocados en dos urnas de bronce.

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De la pira funeraria se recogieron 30 urnas con cenizas que se repartieron entre todos los Estados de la Unión India. La que contenía los huesos empeñados en no quemarse fue la que se colocó en el centro del altar levantado en el vagón y la que posteriormente fue esparcida por la confluencia del Ganges y el Yamuna.

Cuando el convoy llegó a Allahabad, después de haberse parado en 15 ciudades, de haber recibido los llantos, las flores, los empellones y los cantos de miles de personas, ya no quedaban guirnaldas por fuera, pero por dentro las colchonetas, también blancas, sobre las que se sentaban Sonia, Rahul y su hermana Briyanka, además de una decena de familiares y amigos íntimos, estaban cubiertas de miles de pétalos de rosas y clavelinas. "Así es la gente de India, pura emotividad", dijo a esta enviada especial Romi Chobra, uno de los amigos del asesinado líder.

Despedida popular

Sin embargo, la única manifestación auténticamente multitudinaria se produjo en Ferosaba. Una ciudad de unos 400.000 habitantes donde es difícil imaginar que uno se hubiera quedado en casa. Miraras por donde miraras, lejos o cerca, en los tejados o en las calles, mujeres, niños y hombres salían a ver pasar por última vez a Rajiv Gandhi. Dos grandes fotografías colocadas a ambos lados del vagón recordaban a las gentes una cara y una sonrisa que no volverán a ver.Goti Math Dixit, ex ministro del Interior de Uttar Pradesh, acudió a la estación de Lucknow a presentar sus respetos a quien fue presidente de su partido. "Tengo 61 años, pero he venido para presionar a Sonia para que acepte la presidencia. Si no se pone al frente del partido será una tragedia para el país. Se necesita un Congreso unido". Sin embargo, se va imponiendo la idea de que la viuda de Gandhi no aceptará la presidencia. El ex ministro de Exteriores Marashima Rao es el claro favorito para ser nombrado, hoy mismo, presidente del partido.

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