Mickey Rourke
Una interpretación publicitaria en el cuadrilátero
Mickey Rourke ha tenido una carrera cinematográfica de éxito, pero a la vez extraña e irregular. Su primera aparición europea, de la mano de Francis Ford Coppola, La ley de la calle (1983), fue una sensación. Luego vendrían Manhattan Sur (1985), 9 semanas y media (1986), El corazón del ángel (1987), El borracho (1987) y un montón de noticias relacionadas con la vida del actor que permitían establecer una comparación entre la complicada vida de sus personajes y la suya propia. Relaciones sexuales tormentosas, borracheras, peleas, no se sabía dónde terminaba la realidad y comenzaba la ficción.Las últimas noticias sobre Rourke, quizá la última, senalan que el jueves el actor debutó en Florida como boxeador profesional. Han oído bien. Rourke, que ya protagonizó en la pantalla la historia de un púgil venido a menos -Homeboy (1989)-, saltó al cuadrilátero del War Memorial Auditorium de Fort Lauderdale. Y pasó su primer examen.
Según sus propias declaraciones, Rourke, que ha estado entrenándose durante el último año a tope, quiere dedicarse al pugilismo "durante un año o dos", y su aspiración no es la de convertirse en el campeón del mundo de los pesos medios, sino algo tan simple como relajarse. Si su proyecto sigue adelante, Rourke peleará, al menos, en 10 combates.
"Es una decisión que he tomado yo mismo y no me importa lo que puedan pensar en Hollywood", ha declarado a un periódico local Rourke, que nació en Florida y cuya edad sigue siendo un misterio incluso para el Who's who' y in America.
Quienes le conocen bien saben que se ha estado preparando a conciencia. Entrenando cinco horas diarias siete días a la semana en un gimnasio de la Quinta Avenida de Miami, donde efectuó 26 combates como boxeador aficionado entre 1974 y 1978, antes de dedicarse al cine.
El actor ha superado los exámenes médicos necesarios para saltar al cuadrilátero, y quienes le han visto boxear y golpear al saco de entrenamiento han declarado que "está en forma".
Su primer contrincante ha sido Stephen Powell, un boxeador telonero de 34 años con un palmarés profesional de dos victorias y cuatro derrotas. Rourke lucía un aparatoso calzón amarillo y verde y comenzó la pelea bailando y gesticulando alrededor de Powell entre los vitores de los personajes del espectáculo que le acompañaban. El combate, a cuatro asaltos de tres minutos, terminó con una apretada victoria a los puntos de Rourke por decisión unánime de los tres jueces. Dos de ellos le concedieron un punto de ventaja (39-38) y el otro dos (40-38). Muchos periodistas y unos 2.800 espectadores abarrotaron el auditorio.
El francés Christophe Tiozzo, uno de los que han seguido de cerca la actividad pugilística del actor, ha declarado que Rourke "es un buen boxeador". Rourke se presenta ante el público desintoxicado de alcohol y con 77 kilos de peso.
Sin embargo, la opinión del público no fue tan unánime; algunos consideraron la pelea como una mascarada con aromas hollywoodenses, contra la opinión de los seguidores de Rourke, entusiasmados con la nueva faceta de su ídolo. Por su parte, Powell, el perdedor, no escatimó las críticas a su adversario: "Rourke", afirmó, "no ha hecho sino utilizar sucias tácticas huidizas y trabarse".
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