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LA BATALLA POR EL PODER LOCAL

El rey de los tránsfugas

José Miguel Lorente, alcalde "a dedo" y con el CDS, y candidato por el PP en Miraflores

Francisco Peregil

José Miguel Lorente, Maito, es alcalde de Miraflores de la Sierra (2.500 habitantes) por el CDS; si gana el próximo día 26, lo será por el PP, pero antes, a finales de la dictadura franquista, ya había sido "alcalde a dedo", dice, y poco después, en 1979, se presentó a las primeras generales por Alianza Popular. Lo suyo es, cuando menos, rapidez de reflejos: "Ahora he visto que el CDS se va al garete y e querido arroparme en un partido más fuerte".

Aun así, asegura que su política está a la izquierda del PSOE. "Yo no prometo 400.000 viviendas, pero a cambio voy a inaugurar más de 50 después de las elecciones, y hace tiempo expropié a unas monjas". Cuando dice esto último se queda un momento pensativo y se pregunta: "¿Lo hice cuando estaba en el CDS o con el PP?". Y continúa enseguida: "Con el PP, creo, pero me da igual, el caso es que lo hice".Estas elecciones, según afirma, las tendría que ganar con la gorra, porque sólo tiene la candidatura del PSOE como oposición, y otras veces se enfrentó también a la del PP y a la de Izquierda Unida.

Maito es el director de una sucursal bancaria, es el dueño del Mesón Maito, en Miraflores, y parece, ante todo, un hombre de carácter. Tanto al CDS en su momento, como al PP ahora, le ha puesto la misma condición: "La campaña en mi pueblo la hago yo; para hablar de paridas ya están los líderes". Para Maito, cualquier político, antes que nada, debería ser alcalde de su pueblo, que es la mejor forma de aprender. En lo que concierne a Miraflores, Maito aprendió, después de las primeras elecciones democráticas, que nunca más empapelarían las paredes con su rostro durante una campaña. Lorente no quiso ver más pitones dibujados sobre su cabeza ni más alusiones a sus ascendentes.

Farolas sin ideología

En los actos que tiene previstos durante la campana no hablará de la política nacional del PP ni del CDS, ni de ningún partido. Su pueblo, dice, no votará a un gestor no a un ideólogo, porque las calles; y las farolas "no son ni de izquierda ni de derecha".De estudiante, Maito era de los que decían Falange sí, Franco no. Estaba con los dionisioridruejos de la época, y se sentía a gusto. "El español tiene una dosis de anarco, pero yo la tengo muy acentuada".

Lo que pretende ahora, sobre todo, es apoyarse en la estructura de un partido, para protegerse, según explica, de consejeros como Eduardo Mangada, responsable de Política Territorial de la Comunidad. "Si se hiciera una mezcla entre Franco, Pinochet y Fidel Castro, no saldría alguien tan dictador como Mangada. En el franquismo, las autoridades regionales trataban a los alcaldes como a un hijo pequeño, pero ahora te tratan como a un retrasado mental, y no hay motivo para ello, porque mis técnicos urbanistas han estudiado en las mismas universidades que los de Mangada".

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El 'facha' y la 'roja'

Dice que hasta hace poco en su pueblo, él era el facha y su mujer -la madre de sus seis hijos-, la roja. "Mi suegro, que en paz descanse, era el rojo del pueblo, el que traía a Felipe González a veranear aquí". Maito asegura que su suegro, como la mayoría de los votantes de su pueblo, votaba en las elecciones generales al PSOE y en las muncipales le votaba a él.En cuanto a sus ambiciones políticas, Maito asegura que ya tuvo suficiente con su experiencia durante la primera legislatura. "Me salí de Alianza Popular cuando Fraga fue a cargarse en un congreso a Carlos Ruiz Soto, un compañero de la línea de Jorge Vestringe. Habíamos pactado que cuando Ruiz Soto dijera en el congreso del partido, 'me voy', nos teníamos que levantar 200 tíos para irnos con él. Al final sólo nos levantamos seis, yo el tercero, porque Fraga había amedrentado a los demás. Para mí, aquello fue una experiencia traumática, como político y como persona", concluye.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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