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Tribuna:
Tribuna
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Enredos y enredijos

En la política, como en la naturaleza, no existe fenómeno alguno producido por una sola causa. El desarrollo de la realidad es tan complejo que los árboles genealógicos de causas y efectos se enredan y nos envuelven en sus enredijos.Últimamente, en la política mundial todo está muy enredado. Por ejemplo, el interés que algunos dirigentes mostraban por acabar con la guerra fría sólo disimulaba la prisa que tenían por empezar con la caliente. Tampoco parece muy claro que a la hora del desarme de las superpotencias sólo se vaya desarmando una. Y todos sabemos que el 50% de los bloques militares era el famoso Pacto de Varsovia, que ya está autodesmantelado, mientras el otro 50% resiste heroicamente y no hay quien lo desmantele: es nuestra OTAN. El Ejército soviético se retiró de Afganistán hace dos años largos, pero otros continúan aquella guerra, cuando a George Bush se le alegran ya las pajarillas con las vislumbres del nuevo orden mundial. Pero todos los nuevos órdenes empiezan con una guerra. Y el que ahora nos anuncia George Bush empezó con la del Golfo, por acuerdo unánime de los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU que tienen derecho de veto. Si algún desmemoriado cree que Estados Unidos estuvo de acuerdo con la URSS, se equivoca. Fue al revés. La URSS estuvo de acuerdo con EE UU. Las concesiones fluyen siempre en el mismo sentido, gracias a la docilidad de Mijaíl Gorbachov. (Bush ha declarado que es tranquilizador que Gorbachov se mantenga al frente del PCUS. No sabemos si esta declaración es tranquilizadora).

El caso de Alemania es una de las concesiones más asombrosas. Gorbachov, en su Perestroika, dice: "Existen dos Estados alemanes, con sistemas sociales y políticos distintos. Cada uno tiene sus propios valores. Y lo que allí habrá dentro de cien años es la historia la que deberá decidirlo". Y también: "Hoy existen dos Estados alemanes, una realidad reconocida por los tratados internacionales. Cualquier político de mentalidad realista debe guiarse por esto, y nada más". En diciembre de 1989 aún aseguraba "con toda determinación: no permitiremos que se ofenda a la RDA. Hay que partir de las realidades surgidas después de la guerra. Apartarse de esto amenaza con la desestabilización de Europa". Pues bien: no sabemos qué ha sido de los cien años en que debía decidir la historia, pero la RDA ha dejado de existir, sin que Gorbachov moviera un dedo para impedirlo, como no lo movió para defender otras realidades surgidas de la misma guerra que han desaparecido también. La amenaza de desestabilización de Europa es ya una realidad inquietante. Se calcula que para finales del verano, la ex RDA tendrá cuatro millones de obreros parados (aproximadamente la mitad de su población activa). En los preludios nazis, Alemania contaba también por millones sus obreros parados. Después, en la contribución de la URSS a la derrota nazi, lo que los soviéticos contaron por millones y millones fueron sus muertos. Son datos por los que un político de mentalidad realista debería guiarse también.

Estas son algunas muestras de la sabiduría política de Mijaíl Gorbachov, proclamada por Bush, Reagan, Margaret Thatcher, Juan Pablo II, Mitterrand, Helmut Kohl, etcétera, a las que añadiremos el gran barrido de regímenes socialistas de los llamados países del Este, consentido por Gorbachov, a pesar de que en su citado libro declara: "Estamos firmemente convencidos de que la comunidad socialista sólo conseguirá el éxito si cada partido y cada Estado se preocupa a la vez de los intereses propios y de los comunes, si respeta a sus amigos y aliados ( ... ) Estamos unidos: en la unidad reside nuestra fuerza...". Casi dos años antes había formulado una declaración igualmente clara -e igualmente inútil- en L'Humanité (8 de febrero de 1986).

Es difícil creer que todas estas concesiones sean otros tantos éxitos de la política exterior de Gorbachov, porque, a juzgar por sus manifestaciones previas, más bien parecen durísimos reveses, imposiciones a las que no pudo sustraerse. Por otra parte, es inimaginable una política que en el exterior sólo alcanza éxitos y en el interior sólo cosecha fracasos. Desde el comienzo de la perestroika, la situación interna -en nuestra opinión, igual que la externa- no ha dejado de ir deteriorándose gravemente. El propio Mijaíl Gorbachov habla de bancarrotas, de abismos, de caos... Los conflictos sociales extienden su alarma por todos los sectores del país: política energética, abastecimientos, transportes, productividad... La desmembración amenaza la existencia misma de la Unión Soviética. Y, frente a todos estos factores de descomposición, hacen las veces de bálsamos milagreros los pactos establecidos a salto de mata con Borís Yeltsin: hasta ahora, pactos siempre inconsistentes, siempre frágiles.

Pero llegados a este punto acaso estemos bordeando un problema de cierto interés. Gorbachov, siguiendo en esto a Lenin al pie de la letra, dice que ningún movimiento revolucionario es posible sin su correspondiente teoría revolucionaria. Pero vemos que la teoría es para él una cosa, y la práctica es otra. De esta contradicción entre teoría y práctica surgen inevitablemente todas las demás contradicciones, y así, Gorbachov ha introducido enormes cargas de confusión en su quehacer político. Y la confusión origina las demagogias y los populismos -Yeltsin, etcétera-, que inmediatamente repercuten sobre la política incrementando la confusión y creando nuevas perturbaciones... La labor de esclarecimiento se hace entonces ineludible, pero entendiendo que ese esclarecimiento tiene que. empezar por rechazar todo pacto que ceda ni un solo palmo de terreno a cualquier género de juegos demagógicos.

Pero si yo fuese el mundo, diría que el mundo observa con preocupación lo que está ocurriendo en la Unión Soviética, cuya suerte influirá decisivamente en el futuro de todos. Si la Unión Soviética se desequilibra, correremos el peligro de que ese desequilibrio se universalice. Y el caso es que la Unión Soviética se está perdiendo en graves incertidumbres. Ésa es la impresión que produce incluso la simple lectura de muchos textos de Gorbachov. Permítanseme algunas citas, imprescindibles y últimas.

En su discurso del 401 aniversarlo de la victoria dijo quo"la URSS sólo necesitó tres años para recuperar el nivel prebélico de la producción en ];a industria y cinco años en la agricultura". En los seis años dc. perestroika, los problemas no se. han resuelto. Vienen agravándose desde el primer día. También hace un elogio del partido "en la época más difícil de nuestra historia -la de la guerra-", y lo repite en la Perestroika, refiriéndose a la industrialización, "sin la cual, nos habríamos encontrado inermes ante el fascismo", y a la colectivización, "que cambió todo el sistema de vida del campesinado, permitiendo que se convirtiera en una clase social moderna y cultivada".

También en la Perestroika dice que recibe cartas "realmente emocionantes ( ... ) versos., largos poemas, dibujos ( ... ) e incluso plegarlas". Y transcribe varios mensajes, de cuyo tono darán idea estas líneas: "Soy un devoto católico ( ... ) Ya sé que usted es ateo, pero (...) quiero que sepa que todos los domingos, desde las nueve de la mañana hasta la una de la tarde, estoy en la iglesia rezando por usted y por su familia". Y lo que más. llama su atención en esos mensajes es Ia libertad de pensamiento, el alto grado de cultura política...".

Pero lo que a nosotros nos parece increíble es lo que leemos en la página 138: "Probablernente la declaración de un gobernante soviético más citada en Occidente es la airada exclamación de Nikita Jruschov: '¡Os enterraremos!'. En beneficio de los lectores extranjeros", sigue diciendo Gorbachov, "debe explicarse que a fines de la década de los veinte y principios de la de los treinta tuvimos acalorados debates entre expertos en agricultura y científicos, que fueron descritos con amarga ironía como una disputa acerca de quién iba a enterrar a quién". llace años que los lectores extranjeros hemos leído en el Maniflesto comunista: "La burguesía produce, ante todo, sus propios enterradores", y en La enfermedad injantil del 'izquierdismo' en el comunismo."El destino histórico de los sóviets [es el de] ser los enterradores, herederos y sucesores del parlamentarismo burgués, de la democracia burguesa en general". Naturalmente, estas obras de Marx y Engels y de Lenin son anteriores a las fechas en que Gorbachov sitúa los debates de que nos habla a sus lectores extranjeros.

El 20 de noviembre de 1989, Günter Grass declaraba: "Yo creo que el canciller federal es un completo ignorante".

El 1 de abril de 1991, Noam Chorrisky decía: "Bush no sabe qué hacer con el mundo".

Nosotros sólo nos preocupamos: ¿sabe Gorbachov lo que ha (le hacer con la Unión Soviética?

Y en caso negativo: ¿sabe la Unilón Soviética lo que ha de hacer con Gorbachov.

Marcial Suárez es escritor y premio de teatro Lope de Vega.

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