Mauri sale reforzado de los lagos
Melchor Mauri acabó ayer con las reticencias de los que creían que un mero gregario no podía convertirse en el gran favorito para adjudicarse la Vuelta a España. El corredor catalán del ONCE se confirmó como una nueva figura del ciclismo y apenas cedió terreno respecto al grupo de figuras, entre las que hace apenas unas semanas río contaba ni por asomo. Ceder apenas medio minuto en la etapa reina de la carrera, en los míticos lagos de Covadonga, en su peor terreno, en la alta montaña, le otorgan todo el crédito que nadie le dio cuando empezó la prueba. El colombiano Luis Herrera, lejos de los puestos de honor, repitió en tan exigente escenario el triunfo que obtuvo en 1987. Todos los favoritos llegaron juntos, excepto Fabio Parra.
A tan sólo cinco días para la conclusión de la prueba la suerte parece echada. Mauri lo ha aguantado todo. Su liderato es incluso un triunfo sobre sí mismo, porque ni él mismo se hubiera atrevido a pensar de lo que era capaz. Ayer, ante la certeza de que iba a acontecer algo grande, disipó las sorpresas convirtiéndose de nuevo en el hilo conductor de la carrera. Poco importó que los colombianos y los soviéticos lanzaran su habitual guerra particular por el triunfo parcial; que el equipo Clas tratase de hacer imposible seguir la huella de su jefe de filas Federico Etxabe; que el Amaya adelantase a Laudelino Cubino para convertirle en trampolín de Parra; o que incluso Marino Lejarreta, compañero de Mauri, intentase abrir un pequeño hueco en los tramos finales de la colosal ascensión al puerto más imponente de la Vuelta.Mauri, con una calculadora en la mano en la que administraba la ventaja que poseía en la clasificación general, con una forma física exultante que se concentra en sus piernas, y con unas irreprimibles ansias por volar en el corazón, actuó a su aire y sobrepasó todos los límites razonables en su progresión como ciclista. Mantuvo el codo a codo con sus rivales cuando empezaron las primeras curvas de los 14,2 kilómetros de ascenso a los lagos. Se reprimió y no echó el resto cuando Etxabe, Lejarreta y Miguel Induráin decidieron acelerar. Siguió a su ritmo.
Decepción de Parra
Ni siquiera perdió la compostura cuando Parra, el rival que en teoría parecía tener ayer mayores probabilidades en caso de atacar, no pudo ni marcarle un ritmo adecuado. Mauri tomó la iniciativa y con Parra pegado a sus talones y con el holandés Rooks al lado, logró tener a su vista al grupo que pretendía desposeerle de su jersey amarillo.
El ya sólido líder de la carrera se vio presumiblemente beneficiado por el hecho de que todos sus rivales, convencidos de que la igualdad de fuerzas no permite monólogos, condensaran toda la intensidad de su esfuerzo en los últimos ocho kilómetros de la etapa. Ni en las primeras rampas hacia los lagos ni en el puerto del Fito, a 40 kilómetros de la llegada, intentaron romper la carrera o hacerla lo suficientemente dura como para que en el tramo final pudieran pagarse esfuerzos anteriores.
El único que rompió la carrera, muy distanciado en la general, fue el colombiano Lucho Herrera, conocedor de una etapa que ayer ganó por segunda vez. Herrera se lanzó al ataque desde el principio de la escalada, y, sin que nadie reaccionase tras él, más empeñados los favoritos en sus marcajes, logró una cómoda ventaja que le permitió llegar el primero a la meta sin problemas.
Cerca ya de los los Lagos se evidenció la profunda confusión táctica a que induce que un mismo equipo cuente con los dos primeros clasificados (le la general. Lejarreta no sabía cuando ni cómo hacer rentable la ligera superioridad que parecía. mantener sobre Etxabe e Induráin. Por detrás, Mauri podía ser perjudicado si su compañero arrastaba a los líderes del Clas y del Banesto.
Al final, Lejarreta atacó ligeramente, pero desistió en cuanto vió venir de nuevo a Etxabe e Induráin. Estos dos corredores efectuaron una meritoria ascensión, pero no pudieron distanciar lo suficiente a Mauri. Tras resistir ayer, Mauri, sobre el papel, puede responder tan bien o mejor que ellos en la única etapa susceptible de provocar grandes diferencias, la contrarreloj del próximo viernes en Valladolid sobre una distancia de 53 kilómetros.
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