Seis cuentos de mayo
Recién duchado en una fuente de medianoche, para a los transeúntes y les ruega un poco de atención. Pasan ante él como si no existiera, y él sigue reclamando la misma mercancía. A esta hora de la madrugada ya no hay casi nadie en la Gran Vía, así que entre una plegaria y otra pasan muchos minutos y el frío principal de la primavera. Comienza mayo y él vive en esa esquina como si esperara algo. Finalmente decide cambiarse de esquina pero sigue pidiendo lo mismo, en voz alta, "¡un poco de atención!", como si fuera a hacer un discurso. Al final se acercan unos curiosos que vienen de la fiesta de la salsa y él les mira con sus ojos aguados. Le interrogan y él les confiesa el, objeto de su demanda infructuosa:-¿Me podrían dar cinco pesetas?
2.
Mientras sonaba la salsa en la televisión ella apagó lentamente el gas. Se metió en la cama y escuchó el ruido sordo del teléfono en el pasillo. Se levantó, miró a la pantalla vacía de la tele, tomó el auricular en las manos y escuchó una invitación de mayo.
-Vente a la calle, le dijeron.
-No: hace frío.
Se metió en la cama y desde el sueño escuchó el sonido intermitente de los salseros. Nadie pudo decir en el vecindario, al día siguiente, que no había entrado en mayo escuchando algo divertido.
3.
Venía de Chile. Morena, vestida del mayo de América, quería pasar aquí unos días. Un guardia vestido de azul oscuro la miró de arriba abajo. "¿Y a qué viene usted?" "A nada", respondió, acaso como hubiera dicho Colón al llegar a América. "¿Cómo que a nada?" Los guardias no entienden las cantidades abstractas y le presionaron tanto para que respondiera que Finalmente dijo que se había equivocado de ciudad. Entonces la interrogaron con la fruición con que se buscan delitos.
-¿Que se ha equivocado usted de ciudad? ¿No venía usted a Madrid?
-Ah, ¿pero es que esto es Madrid?
4.
Los guardias que no quisieron que entrara en Madrid la chilena desconocían que ella era también salsera. La vieron bailando, mientras esperaba el avión de vuelta, como si aquí no hubiera pasado nada. Se acercaron y la interrogaron de nuevo:
-¿Qué hace usted bailando?
-Espero que entre mayo.
5.
El taxista hace un recorrido circular para evitar el salsódromo. Su cliente sufre las consecuencias del ambientador. "Es un ambientador de rosas", dice con orgullo. "Prefiero que huela a rosas a que huela a salsa".
6.
La gente baila y se besa en el Palacio de los Deportes. No huele sino a sudor: ya no hay olores alucinógenos en el asfalto encerrado.
-A esta ciudad le han quitado el olor de las fiestas de antes, dice un guardia.
Cuando le preguntan qué olor era ese el hombre guiña un ojo.
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