Narices
Qué narices es Expo 92, pregunta el vistoso y omnipresente anuncio desde todas las vallas. Y yo contesto que Expo es la madre de Koro, la niña asesinada por ETA en el País Vasco, hija de un policía, pidiendo ayuda y sin que nadie la auxilie. Eso sí que tiene narices.También son los enfermos del hospital psiquiátrico de: Zaragoza que viven hacinados en habitaciones de 18 camas. Narices tienen los responsables de esa situación.
Quizá sea digno de otra Expo lo que le pasa al ginecólogo Sáenz de Santamaría, más que por practicar el aborto a una menor a la que violó un sin fin de veces un pariente, por enfrentarse a una juez y no bajar la cabeza ante sus hipócritas colegas. Su sitio es la cárcel, porque no hay otro peor, mientras que el violador tal vez esté libre para seguir violando.
Aunque sea chata, narices tiene Nancy Reagan al proclamar que quiere ver ahorcado a Sadam Husein de los barrotes de su cama.
Sangra la nariz con la muerte, por hambre, del poeta Gabriel Celaya en un país donde existen Ministerio de Cultura y una Sociedad de Autores que, eso sí, reparten clinex en el entierro.
¿Se exhibirá en la Expo la próxima anulación matrimonial de Isabel Preysler? La sentencia canónica, unida a la sentencia judicial que le permita reanudar las obras de su nueva mansión de Puerta de Hierro, va a mejorar el perfil publicitario del 92.
Sin duda irá a la Expo el ciego de la esquina que deja de vocear los iguales para hoy y venderá mañana un periódico recién comprado por la ONCE.
Pero lo mejor de la Expo son los kurdos, cuando asoman su nariz en el telediario y quieren salirse por la pantalla. No llegarán aquí, porque los guardias ya zurran bastante a los nigerianos y el Defensor del Pueblo tiene demasiado trabajo.
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