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Tribuna:EL POP 84, DE NUEVO CAMPEÓN DE EUROPA DE BALONCESTO
Tribuna
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Psicología, maldita psicología

La tercera derrota consecutiva del Barcelona frente al Pop 84, y de la forma como se produjo, sólo puede ser explicada en función de aspectos más cercanos a la psicología que a la pura ciencia deportiva. Resultaría imposible acertar con sus claves echando mano a términos habituales como el tiro exterior, los rebotes, las faltas personales o cosas por el estilo. Cuando un equipo muestra una cara tan desdibujada y distante de la habitual como el Barcelona, es obligado abrir el manual médico y emplear conceptos como tensión, obsesiones o bloqueos motrices.Si un conjunto se caracteriza por la fluidez ofensiva, si sus jugadores poseen una veteranía y una calidad contrastadas, si su estilo está asentado y definido desde hace tiempo..., y en el instante supremo es incapaz de ligar dos acciones coherentes seguidas y de asumir la responsabilidad, algo falla en el ordenador vital.

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Pocos tiros exteriores

La mente le volvió a jugar al Barcelona una mala pasada. Desde el primer minuto, su gran fantasma, ése del que ha intentado huir y que no es otro que el peso de la historia, pudo ser claramente observable sobre las espaldas de los jugadores dirigidos por Maljkovic de un modo más ostensible que en 1990 en Zaragoza. Eso fue su perdición.

Un detalle habla por sí solo. De 25 tiros libres, el Barcelona convirtió la mitad, 13. El lanzamiento desde la línea de personal fue un auténtico martirio moral durante los 40 minutos. Allí, en la soledad, los azulgrana iban pasando uno a uno, demostrando y demostrándose que sus articulaciones superiores no tenían la soltura necesaria. Tanto el lanzador como sus compañeros recibían los mensajes de socorro de sus cerebros avisándoles de la cercanía del bloqueo total.

Brazos maniatados

Ante la magnitud de este problema, las concesiones de la fortuna a manera de continuas faltas de las yugoslavos quedaron minimizadas. Tampoco llegaba a la altura el mal día del abanderado amarillo, Kukoc. Daba igual, pues la cuestión no residía en la solidez del campeón, sino en los brazos del aspirante, tan maniatados como el hombro de Norris.

El Barcelona intentó variar su suerte de muchas formas. Maljkovic cambió jugadores, utilizó diferentes defensas, ensayó casi todos los sistemas de ataque.... Todo era inútil, pues la guerra no se desarrollaba en el cuerpo a cuerpo, sino en prácticas más habituales en los ajedrecistas que en los baloncestistas. Y, mientras no se demuestre lo contrario, en ese terreno, el de la fortaleza mental, el Pop 84 es superior al Barcelona, sobre todo cuando está en juego el premio gordo.

Si un equipo logra tener una ascendencia psicológica tan grande que es capaz de paralizar con su sola presencia al rival, el asunto deja de tener explicación en la estadística y pasa a formar parte de los campos de acción de ésos que trabajan con un diván. Ahí fue donde el Barcelona volvió a perder la batalla. Psicología, maldita psicología.

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