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Tribuna:LAS TECNOLOGÍAS DE INFORMACIÓN EN ESPAÑA
Tribuna
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¿El estado de la cuestión? Una cuestión de Estado

Las tecnologías de información (microelectrónica, informática, telecomunicaciones y sus derivados) constituyen el núcleo central de los bienes de capital de la economía que caracteriza nuestra época histórica. De hecho, representan alrededor de un tercio de la inversión total en bienes de capital a nivel mundial. Y su importancia estratégica para las economías nacionales y para las empresas es aún mayor. En nuestro tipo de sociedad, producir y gestionar con tecnologías de información escasas, obsoletas o mal utilizadas es equivalente a producir sin energía eléctrica en la fase anterior de la industrialización. De ahí que aquellas economías con una base débil en tecnologías de información sufren un déficit comercial creciente en la medida en que tienen que importar equipos indispensables para el funcionamiento de las empresas e instituciones, mientras que la escasez de producción en dicho sector industrial incapacita a las exportaciones de beneficiarse del dinamismo de las industrias de mayor crecimiento en el contexto mundial (13% anual de crecimiento medio a nivel mundial). De hecho, en 1989 ya llegaban a representar el equivalente de más de un tercio de la factura total de las importaciones energéticas. Más aún, la falta de un tejido industrial productivo en tecnologías de información conduce a una falta de conocimiento adecuado de los usos de los equipos por parte de los utilizadores y condena a las empresas a depender de tecnologías en grado avanzado de comercialización, es decir, atrasadas con respecto a los equipos más recientes, con lo cual su capacidad tecnológica siempre va por detrás de las de sus competidores en estructuras productivas más avanzadas.Una visión en profundidad y a largo plazo de lo que pueda ser la economía española en el nuevo sistema mundial requiere, por consiguiente, un análisis de la estructura y de la dinámica de la industria española de tecnologías de información y de su inserción en el contexto internacional. En este momento se dispone de datos sintéticos al respecto, según los resultados de la primera investigación sistemática sobre dicho tema, realizada por un equipo conjunto del Instituto Universitario de Sociología de Nuevas Tecnologías de la Universidad Autónoma de Madrid y de Fundesco (*). El estudio pone de relieve un gran progreso cuantitativo del sector de tecnologías de información en España en la segunda mitad de la década de los ochenta, si bien es cierto que partiendo de niveles mínimos en relación con nuestro entorno. Así, comparando dos periodos, 1980-1984 y 1985-1989, las tasas de crecimiento medio interanual para el conjunto de bienes industriales en dichas tecnologías se duplican en el caso del consumo aparente (pasando de 7,1 % anual al 14,57%), pero se sextuplican en cuanto a la producción (pasando de un 2,09% de crecimiento anual medio a un 13,28%). Aun así, el tirón de la demanda (indicador de la modernización de nuestra economía) ha sido tal que ese aumento de la producción no ha podido satisfacerla, al no corresponderse en las líneas de productos, por lo que las importaciones han aumentado a un ritmo algo superior al de la producción (13,54% anual). Las exportaciones han crecido a un ritmo más moderado (6,44% anual), peró la maduración de las inversiones productivas en las fábricas de Fujitsu, AT&T Microelectrónica y próximamente Ford Electrónica, Hughes Microelectrónica y AT&T-Networks Systems, junto a la ampliación de las líneas de producción de Alcatel y de Amper, deberían mejorar los resultados exportadores a medio plazo.

Cambio cualitativo

Junto al avance cuantitativo en el sector industrial, también se ha producido un cambio cualitativo en la estructura empresarial. Han surgido numerosas pequeñas y medianas empresas de alto nivel tecnológico, sobre todo en componentes electrónicos, informática y software (soporte lógico), algunas de las cuales se han asociado en una red empresarial (la Asociación Española de Nuevas Tecnologías), tratando de hacer visible la existencia de una dinámica empresarial autóctona junto a las grandes multinacionales instaladas en el país.Nuestra observación también apunta a un desarrollo importante de la iniciativa pública en el sector, tomando como base los sucesivos planes informáticos y electrónicos nacionales, así como los programas de investigación, en particular basándose en el esfuerzo del sector público, en conexión con los programas europeos de cooperación tecnológica, articulados a las empresas por mediación del Centro de Desarrollo Tecnológico Industrial. Las empresas del sector, según los datos de nuestra encuesta a 101 empresas, dedican a investigación el 5,2% de su facturación, lo cual, aun siendo menos que las empresas de otros países, supone el doble de lo que gastan por término medio las empresas subvencionadas por el Centro para el Desarrollo y Tecnología Industrial (CDTI). En fin, la falta de recursos humanos necesarios al desarrollo de tecnologías de información parece en vías de solución, al menos en términos cuantitativos: en cinco años se ha pasado de 3 a 13 escuelas superiores de ingenieros de Telecomunicaciones y se han multiplicado las facultades y escuelas de informática, así como las especializaciones electrónicas en las escuelas de Ingenieros Industriales, por lo que cuando las primeras promociones empiecen a salir al mercado, el angustioso desfase entre oferta y demanda puede empezar a solventarse en términos cuantitativos. Sigue en pie, no obstante, la incógnita de la capacidad de formación en líneas específicas de interés prioritario para la industria, y sobre todo la respuesta a la pregunta clave: ¿quién formará a los formadores necesarios para alimentar este dispositivo de enseñanza técnica creado súbitamente?

Sin embargo, el importante salto cuantitativo que se observa en el sector de tecnologías de in formación en España se ha pro ducido en el mayor desorden y con escasa coordinación entre sus distintos elementos. Con lo cual no se ha generado el tejido tecnológico-industrial de relacio nes entre empresas productoras y usuarias, entre investigación básica y aplicada, entre formación de personal y demanda del mercado de trabajo, con la consiguiente pérdida de productivi dad y de competitividad del sector en su conjunto. Así, se han atraído importantes empresas multinacionales en sectores de punta pero no se ha efectuado un seguimiento de los protocolos acordados en lo referente a la transferencia de tecnología ni se ha impulsado la constitución de un tejido de empresas auxiliare en las que se diera un proceso de aprendizaje industrial y de elevación de la calidad del producto.

Descoordinación

La investigación pública está aún muy alejada de las preocupaciones de las empresas, y la ar ticulación entre la investigac:ton básica y el desarrollo comercial pese a los esfuerzos del CDTI en ese sentido, aún es embrionada. Ha habido en estos últimos años una cierta descoordinación entre las iniciativas de la Administración central y las de las Administraciones autonómicas, entre los diversos departamentos de la Administración central y entre los distintos agentes del sector público y parapúblico. Asimismo, hasta su estabilización, en época reciente, la discontinuidad y las oscilaciones de la política industrial de Telefónica, agente clave del sector, por su conexión entre su capacidad tecnológica y su potencial como mercado, han perjudicado la rentabilidad de los esfuerzos realizados y han dispersado sus efectos en distintas direcciones.En suma, la observación empírica de la experiencia española reciente en tecnologías de información parece indicar un importante avance cuantitativo y un nuevo dinamismo en el sector, pero también revela la falta de una política tecnológico-industrial global y a largo plazo capaz de generar un tejido productivo entre investigación-formación-producción y utilización de tecnologías de información en nuestro país, así como de integrar adecuadamente las grandes empresas multinacionales en la estructura industrial española. Tal vez la reticencia del Estado a intervenir más activamente en este sector esté remedando, a nuestro nivel, el fracaso reciente de la industria norteamericana, prisionera de su propia ideología liberal, enfrentada al dirigismo gubernamental japonés, sobre el que se fundó el extraordinario desarrollo de la industria electrónica japonesa. Y es que el mercado es un mecanismo esencial y eficaz de asignación de recursos, una vez que esos recursos existen en niveles suficientes en cantidad y calidad. Pero la historia del desarrollo económico y tecnológico enseña que en el momento histórico del despegue de una nueva industria es esencial el papel activo del Estado, tal y como practican Japón, las principales naciones europeas, el Departamento de Defensa norteamericano y los nuevos países del Pacífico asiático.

España aún puede integrarse plenamente en lo que será la estructura industrial del siglo XXI, si al dinamismo de las empresas en los últimos años y a las grandes iniciativas públicas, ejemplificadas por el Plan Nacional de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, se une la formulación de una política industrial y económica articulada que tome como uno de sus objetivos prioritarios la producción y difusión de las tecnologías de información, sistema nervioso de la nueva sociedad.

*Manuel Gamella, Enrique de la Puerta, Luis Ayala, Carmen Matías, con la dirección de Manuel Castells: La industria de las tecnologías de información (1985-1990: España en el contexto mundial. Los Libros de Fundesco. Madrid (en prensa). Manuel Castells es catedrático de la Universidad Autónoma de Madrid y consejero del Consejo Asesor de Ciencia y Tecnología del Gobierno.

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