Degradación

Como vecino y amante del tradicional barrio del Parnaso, o de las Musas, hoy hortera zona de Huertas, agradezco el oportuno artículo reciente de su periódico dedicado a los agobiantes problemas que lo aquejan. El mal, desgraciadamente, ya está hecho, pues lo que no cabe en cabeza cívica alguna es cómo las autoridades municipales han permitido en un perímetro tan reducido de estrechas calles una concentración semejante de locales nocturnos. La afluencia resultante de público (que produce atascos a horas insóitas, ruido, suciedad y, en fin, deterioro generalizado) es imposible de absorber desde hace años.Remedios ante tal saturación caben ya pocos, como no sean los mínimos disuasorios obvios, que, pese a todo, el Ayuntamiento parece ignorar: pilotes a lo largo de absolutamente todas las angostas aceras permitiendo al menos el paso a portales y evitando que los coches desparramen los cubos de basura; voluntad estácta de hacer cumplir las normas vigentes sobre ruidos e higiene en los locales; límite al número de licencias para apertura de nuevos locales, etcétera. Quizá en la Europa civilizada las calles donde vivieron y escribieron insignes glorias literarias hubiesen sido objeto de un cariño y cuidado especiales por parte de sus ediles.

Aquí basta con echar un vistazo al deplorable estado de abandono de la casa en que vivió Lope de Vega, enclavada en pleno corazón del barrio, para darse cuenta del talante vigente. Claro que igual ahora, ante la flamante capitalidad cultural del 92 (annus mirabilis que remediará todos nuestros males), se decide poner al fin término a la desidia. Seguramente por aquello del qué dirán nuestros colegas comunitarios.-