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Dos policías acusados de torturar en Parla dicen que sólo "comentaron" con la víctima

Dos inspectores de policía acusados de torturar a un joven negaron ayer que le golpearan o amenazaran, en la primera jornada del juicio ante la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Madrid. Ambos funcionarios justificaron la presencia de la presunta víctima en la comisaría de Parla, poco después de que muriera un policía en un atraco, en la decisión de identificarle e insistieron en que no le detuvieron, maltrataron ni interrogaron, si bien admitieron que le "comentaron" sobre el delincuente Chiqui, sospechoso de haber dado muerte al policía.La primera sesión del juicio -en el que, junto al fiscal y la acusación particular, ejerce la acusación popular la Asociación contra la Tortura- se dedicó a que los dos procesados, los inspectores de policía José García González y Manuel García Mancha Arévalo, contestaran a las preguntas de los acusadores y de su abogado defensor. Los dos policías están también acusados de detención ilegal y privación del ejercicio de los derechos cívicos a Manuel Rafael Gómez.

Los hechos que se juzgan ahora ocurrieron el 26 de abril de 1985, pocas horas después de que resultara muerto en un atraco el agente del Cuerpo Nacional de Policía Miguel Breganciano Caro y en el contexto de la investigación que se seguía sobre los autores del suceso. Manuel Rafael Gómez fue conducido a la comisaría de Parla por orden de José García, jefe de servicios de la misma, en donde ambos procesados, según su versión, no interrogaron, sino "comentaron" al retenido sobre el paradero de Chiqui.

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Dos policías admiten que preguntaron al 'retenido' sobre un sospechoso

Viene de la página 1La tesis de ambos acusados -en libertad provisional y que declararon sin esposas y, después de la primera hora, sentados por decisión del presidente de la sala José Manuel Maza- fue que Manuel Rafael Gómez no fue detenido, sino llevado a comisa ría para ser identificado, tras lo cual fue puesto en libertad. Admitieron que le preguntaron sobre el paradero de Chiqui, sospechoso de haber matado al policía, y explicaron la no lectura de sus derechos y la falta de asistencia letrada, en que se le consideraba sólo retenido y ésa era la práctica policial hasta que en 1986 el Constitucional impidió distinguir entre detenciones y retenciones.

La necesidad de identificación fue justificada porque el retenido era conocido solamente por Willy. García Mancha aseguró que conocía a Willy y reveló que en la comisaría hay un archivo de delincuentes por apodos en el que figuraba su identidad.

Ambos policías negaron haber golpeado al retenido o haberle amenazado con la tortura de la mesa. José García explicó así las preguntas por Chiqui: "No fue una diligencia de interrogatorio, sino un diálogo". Manuel García, que declaró haber instruido instantes antes las diligencias por la muerte del policía, reconoció que, como conocía a Willy, se dirigió a él "amistosamente, ¡afable!", elevó la voz, "y él me dijo 'estoy aquí', y le di un cigarrito".

El interrogatorio de ambos policías fue especialmente extenso en respuesta al abogado de la acusación particular, Jaime Sanz de Bremond, y al letrado de la acusación popular Fernando Salas, presidente de la Asociación contra la Tortura. Los testigos declararán hoy.

Los dos policías fueron reconocidos por la víctima en ruedas de reconocimiento. No ocurrió lo mismo con los acusados de torturas en la segunda detención de Manuel Rafael Gómez, quien permaneció casi una jornada en comisaría, tras la cual quedó lesionado del bazo. Las preguntas sobre la identidad de los interrogadores en esta ocasión fueron contestadas negativamente por los dos procesados.

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