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Una sospechosa puesta en libertad

Aurora Intxausti

El 23 de noviembre de 1980 un comando compuesto por tres hombres efectuó varios disparos en el interior del bar del hotel Hendayais, en Francia, que causaron la muerte a tres personas y heridas a otras nueve. Minutos después de suceder estos hechos y a menos de un kilómetro del lugar, tres hombres, supuestos autores del atentado, cruzaron la frontera francoespañola de Irún (Guipúzcoa) en un vehículo Renault-18 con matrícula falsa y sin documentación.El automóvil se saltó los controles de seguridad del puente de Santiago y sus ocupantes fueron detenidos por efectivos de la Guardia Civil y entregados a funcionarios del Cuerpo Nacional de Policía. Horas después y tras realizar los agentes una llamada telefónica, que correspondía al número del que entonces era jefe del Mando único de la Lucha contra el Terrorismo (MULC), Manuel Ballesteros, fueron puestos en libertad.

Más información
Archivado el proceso contra el comisario Ballesteros por el caso del bar Hendayais

El comisario Ballesteros fue requerido por la justicia española para que diese a conocer los nombres de esos tres ciudadanos, negándose en todas las ocasiones en que fue citado a revelar la identidad de "los informadores a su servicio", amparándose en el secreto profesional.

Ahora, el juez Luis Tovar, titular del Juzgado de Instrucción número 3 de San Sebastián, ha dictado un auto mediante el cual decide archivar las actuaciones relativas a Manuel Ballesteros por considerar que la conducta de éste no fue constitutiva de infracción penal, ya que desconocía la identidad de los autores de los hechos ocurridos el 23 de noviembre de 1980 en Irún.

En la declaración formulada ante el juez Tovar el pasado 13 de jullo el comisario Ballesteros manifestó, en reiteradas ocasiones, que el tiempo transcurrido desde que sucedieron los hechos, 10 años, le impedía recordar los detalles con precisión, y que además desconocía la identidad de aquellas personas.

Esta nueva comparecencia, en la que el comisario Ballesteros pasó de ampararse en el secreto profesional a declarar que desconocía la identidad de los confidentes, pudo llevarse a cabo por la sentencia dictada por el Tribunal Supremo. En esta ocasión el funcionario policial no podía argumentar las mismas razones que anteriormente al saber que la investigación judicial está por encima de cualquier otro tipo de consideraciones.

Con relación a los delitos cometidos por los tres confidentes -saltarse los controles policiales, viajar en un automóvil con matrícula falsa y sin documentación- el caso fue sobreseido por desconocerse los autores.

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Sobre la firma

Aurora Intxausti
Coordina la sección de Cultura de Madrid y escribe en EL PAÍS desde 1985. Cree que es difícil encontrar una ciudad más bonita que San Sebastián.

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