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Alemania propone sancionar a los países que no cumplan las directrices para la unión económica

El control del déficit público será una de las condiciones para poner en marcha la unión económica y monetaria de la CE, según los proyectos debatidos ayer en Bruselas por los ministros de Economía y Finanzas de la Comunidad. Las políticas económicas necesitan disciplina e incluso sanciones para penalizar los incumplimentos, pero el modelo para llegar a la convergencia suscita diferencias entre los Doce.

La agenda de la sesión de tanteo de ayer, a la que acudió Pedro Pérez, secretario de Estado de Economía, estuvo dedicada al modelo de unión económica. El principio asumido por todos es que se necesitan unos principios de política económica común para asumir las consecuencias de contar en el futuro con una moneda única y un banco central europeo.Las diferencias entre los Doce surgen a la hora de precisar los mecanismos de vigilancia y las sanciones para quienes se desvíen de los objetivos marcados. Todos los países asumen que el control del déficit presupuestario debe ser un objetivo central. Pero, mientras Irlanda, Portugal y el Reino Unido se limitan a esta condición única, otros países -España, Italia, Francia y Bélgica- defienden que hay que tomar en cuenta otros riesgos para la estabilidad monetaria como una inflación elevada o un recurso excesivo a préstamos al exterior.

Alemania, partidaria de instaurar una unión monetaria a dos velocidades limitada en un principio a los países de economía más saneada, va aún más lejos. Plantea incluir en el futuro tratado de la CE los principios de prioridad de la empresa privada, libre formación de precios o prohibición de indicar los salarios. Estas exigencias despiertan recelos, a pesar de la convicción generalizada de que una moneda única homogeneizará los precios e igualará las condiciones de competencia en exportaciones; e importaciones.

Soberanía

La posición restrictiva británica a la moneda única viene marcada por su negativa a transferir soberanía a la CE, por eso defiende que sea el mercado por sus propios mecanismos el encargado de castigar a aquellas políticas económicas que se separen del camino marcado. En cuanto al déficit presupuestario, España asume la propuesta alemana de Impedir que supere el gasto dedicado anualmente a inversiones públicas productivas. Holanda propone fijar un porcentaje máximo sobre el PIB. El grave endueudamiento belga o británico, por ejemplo, provoca rechazos en los dos casos.El método para sancionar los incumplimientos suscita iguales reticencias. Alemania y Francia, los más duros, son partidarios de llegar a la suspensión de ayudas de la CE para quienes no se ajusten al modelo, aunque otros países consideran que es suficiente con hacer públicos los desvíos, caso por caso, sobre el objetivo de convergencia.

Sobre la segunda fase, que comenzará en 1994, existen matices inconciliables. España y Francia han presentado una propuesta para hacer coincidir el proyecto de la Comisión Europea con el ecu fuerte, como nueva divisa, que propugna el Reino Unido. Ayer Alemania hizo saber que no permitirá que el futuro sistema europeo de bancos centrales pueda empezar a funcionar si antes los órganos emisores de cada país no gozan de total independencia.

Para Alemania, el camino hacia la moneda única está claro: basta imponer paridades fijas en el valor de las divisas europeas. Pero eso significa una unidad monetaria bajo la égida del marco y la mayoría quiere algo distinto a eso. El proyecto de la Comisión prevé un fondo de garantía para ayudar a los países en dificultades monetarias, aunque sólo en el caso de un choque imprevisto externo.

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