La generación de la calle
Hay que hacer el ejercicio a media mañana. Cuando amanece, hay panaderos que regresan y mujeres que van a acometer la tarea diaria de limpiar las casas de los otros. A esa hora también viajan como obuses los ejecutivos que tienen teléfono en el coche. Estudiantes disciplinados, que tienen aún autobuses de su propio colegio, apuran el primer cigarrillo escondido de la mañana mientras aguardan a que los transporten. Entre ellos hablan, cómo no, de la guerra y de la música, y ven pasar a los panaderos de regreso y a las somnolientas damas del alba que van en busca de la cerradura ajena.Así que, cuando amanece, la ciudad guarda la monotonía de unas horas que todos los días tienen idéntico paisaje. Después de entonces. a media mañana, la ciudad es otra cosa. Jubilados que van en busca del billete de lotería, que renuevan con la insistencia de los desafortunados, y damas un poco mejor ocupadas por la suerte entran a tomar caldo en los bares de la Carrera de San Jerónimo, cerca de Espoz y Mina.
La Puerta del Sol, que puede ser un símbolo de ese tiempo que comienza a esa hora en la ciudad de Madrid, se puebla de gente que parece turista y que en realidad vive sin rumbo. ¿Qué hacer si no hay oficina, ni casa que limpiar, ni nadie que te espere al doblar esa esquina?
El poeta chileno Pablo Neruda lo contaba de una manera singular y tremenda: qué hacer, adónde ir si no hay nada que te espere al fondo de ese pasillo inanimado que es el viaje por una ciudad. Qué hacer si "hay no nada", que decía el peruano César Vallejo. Esa gente está ahí, en la Puerta del Sol, y mira cómo regresan los otros, que entran en el metro, viajan, suben, compran y venden y aún tienen tiempo de mirar los escaparates.
El hogar transparente
En este mismo paisaje en el que la calle vive como una metáfora se concentra la ciudad dispersa. la generación reiterada de los que no tienen rumbo, aquellos que viven en la calle haga frío o calor porque éste es el hogar más transparente, el sitio que han elegido al final del túnel.
A ellos, que siempre tuvieron una edad mediana, se han sumado recientemente jóvenes con la piel delicada por el uso y por las venas, y entre ellos hablan de otra guerra que no tiene dinero ni olor a petróleo ni porvenir ni nada.
Ésta es la verdadera generación de la calle. Y, más bien, aunque el chiste fácil acuda veloz a la mano, habría que decir que, aunque habite en las grandes avenidas, a esta generación le han dejado un callejón para moverse. Lo hacen con dificultad, sigilosamente, se fijan en las noticias de la prensa y pasean alrededor de los quioscos como sí estuvieran a punto de recibir un mensaje. De todas las cosas que les faltan a veces reciben alguna, y es cuando ven a lo lejos que llega alguno de los conocidos que han ido acumulando: entonces se les llenan los Ojos de una ternura volátil que al cabo de un rato ya es cansancio, la rutina de saber que esa hora también es fugaz, como el propio humo.
Hace un sol empedrado a esa hora cercana al mediodía. La Puerta del Sol ofrece a un lado y a otro algunos recreos selectos y otros que están abaratados. Ellos no entran: aceptan la rendija de sol que les permite la sombra desigual de las nubes y se quedan ahí hasta que atardece y la calle vuelve a poblarse de oficinistas que tienen a donde ir para volver mañana con sus cartapacios vacíos.
Sombras de la ciudad
No se sabe muy bien qué día se convirtieron en la generación de la calle ni qué hallan en ella cuando ya no hay nadie. Pero se quedan; son sombras reiteradas de una ciudad que expulsa con su indiferencia a los que te esperan a la salida y te cuentan la historia de su pobreza como si hubiera sido el final de una aventura. Todos los días viven una historia similar y todos los días escuchan cómo rostros iguales les ofrecen la sonrisa y el silencio como despedida veloz de todo esto.
Cada uno va a lo suyo en la ciudad ajena, y los que se quedan al sol de esta hora cercana al mediodía saben que mañana va a haber el mismo desierto alrededor. Por eso pasean junto al quiosco, como si estuvieran esperando alguna noticia.
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