Mario Soares continuará en la presidencia de Portugal durante otro mandato de cinco años
Mario Alberto Nobre Lopes Soares, dirigente clave de la política portuguesa de los últimos 20 años, dio ayer un nuevo paso en la culminación de su carrera al ser reelegido por mayoría absoluta presidente de la República para los próximos cinco años. Soares logró una victoria muy amplia -el 70% de los votos-, la mayor de las registradas en las cuatro presidenciales celebradas desde la Revolución de los Claveles de 1974. La abstención, de un 38,4%, también fue la más alta, aunque está atenuada por el hecho de que desde el principio de la campaña hubo un claro ganador.
Soares agradeció anoche a sus votantes, en un improvisado discurso pronunciado en los balcones de la sede de su candidatura, en el centro de Lisboa, y dijo que la de ayer "fue la victoria del civismo, de la tolerancia y de la libertad". Y agregó: "No puedo olvidar en esta hora de alegría a los que me apoyaron desde el primer momento, quiero saludar sin distinciones al pueblo portugués y garantizarle que seré fiel a mis compromisos de ser el presidente de todos los portugueses".El candidato derechista, Basilio Horta, fue el segundo, a mucha distancia, con el 14,07%. Tercero, el comunista Carlos Carvalhas, con el 12,9%, y último, el dirigente de extrema izquierda Carlos Marques, con el 2,57%. Este triunfo personal de Soares, fundador y ex secretario general del Partido Socialista -previsible, dada la ausencia de candidatos alternativos con posibilidades de disputarle la jefatura del Estado-, marca la continuidad de su presencia institucional. Y deberá ser confrontado con las nuevas condiciones que surjan de las elecciones legislativas de octubre próximo.
Soares, de 66 años, logró su objetivo de superar la más alta votación en unas presidenciales portuguesas, que tenía en su haber el anterior jefe de Estado, Antonio Ramalho Eanes, que en 1976 había conseguido el 61,5% de los votos. De los 5.076.000 votantes, cerca de 3.500.000 lo hicieron por el actual jefe de Estado, quien votó ayer, durante una espléndida jornada de sol, en el aula magna de la Universidad de Lisboa.
El presidente estuvo apoyado abiertamente por el Partido Socialista, principal fuerza de la oposición al Gobierno de Aníbal Cavaco Silva, y por el Partido Social Demócrata, en el poder. Entre ambos sumaron en las legislativas de 1987 el 73,4% de los votos. Cavaco Silva declaró anoche que el resultado era "un triunfo de la experiencia del ganador" y un aval "para la estabilidad política de Portugal". También puntualizó que la victoria era más del candidato que de los partidos, y negó que ésta pudiera relacionarse con las próximas elecciones legislativas.
La máxima abstención registrada en unas elecciones presidenciales había sido de poco más del 24%, tanto en 1976 como en 1986, aunque en esos casos la presidencia era disputada por varios candidatos con posibilidad de ganar. Asimismo, en los últimos años la abstención electoral aumentó notablemente en Portugal y alcanzó el 48% en los comicios europeos de 1989.
La batalla del 'día después'
El peculiar sistema de equilibrios y conflictos latentes entre un poder presidencial suprapartidario y el poder parlamentario del que surge el Gobierno -que convierte a Portugal en el Finisterre político de Europa occidental-, hace que, superada ayer la fase de ratificación de Soares con un mandato hasta 1996, todos los esfuerzos de los dirigentes apunten desde hoy a las elecciones legislativas, que se celebrarán dentro de nueve meses.El presidente Soares tiene ante sí la continuidad de su papel de moderador en las grandes cuestiones nacionales y la redefinición de su peso político.
Una parte de este nuevo equilibrio estará dada por el alcance de sus ambiciones políticas actuales. Militante socialista contra la dictadura de Oliveira Salazar, exiliado durante cuatro años, ministro de Exteriores después de la Revolución de los Claveles de 1984, primer ministro entre 1976 y 1978 y entre 1983 y 1985, y presidente de la República desde 1986 hasta ahora, Soares mantiene, en consonancia con su imagen patriarcal, un apoyo mayoritario para una función con escasos resortes de poder político.
La otra parte del reacomodamiento institucional que comienza hoy estará dada por el grado de popularidad que pueda mantener el socialdemócrata Cavaco Silva, que llegó al Gobierno por mayoría absoluta en 1987 y que se ha mantenido en un inteligente segundo plano en estas presidenciales. Por lo pronto, ha convocado al Gobierno para una reunión, el próximo viernes, en la que se perfilarán las estrategias políticas de este año. También los socialistas lo harán en los próximos días. Todos se preparan para la batalla del día después.
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