_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El verdugo

Después de un año y medio de vivir oculto para evitar una muerte segura, Salman Rushdie renegó de su obra hasta humillarse afirmando que la razón, y no el miedo a perder la vida, le ha llevado a abrazar las creencias religiosas que, según algunos extremistas islámicos, quedaron malparadas en su novela Los versos satánicos.La respuesta del actual verdugo al arrepentimiento público del escritor aún ha sido más brutal que la condena que le impuso el desaparecido Jomeini. "Aunque se arrepienta y se convierta en el más pío de los hombres de su tiempo, debe morir".

Es fácil imaginar lo que sentirá Rushdle después de abjurar de su obra hincándose de rodillas ante un juez invisible. Debe sentir vergüenza, más angustia y una insufrible amargura.

Esto mismo es lo que siente cualquier persona honesta y libre ante la sanguinaria amenaza de un tirano. Esta amenaza, renovada con especial crueldad, es una afrenta inaceptable para toda la sociedad, incluida, por supuesto, la que está sujeta a los caprichos del verdugo.

Salman Rushdle se acobardó y es comprensible su debilidad al cabo de tantos meses de terror y soledad. Su gesto parece lógico.

Aunque la mayoría de los editores se identificaron con el autor indio, desafiando la amenaza con traducciones masivas de su obra, queda hoy claro que aquello no era suficiente, como tampoco lo ha sido el arrepentimiento del mismo Rushdie, para aplacar la ira del vengativo censor.

La lección es diáfana: jamás supliques el perdón a quien carece de un mínimo sentido de la piedad, ni te humilles ante quien ignora lo que es la humildad.

El terrorismo religioso -pues de esto se trata- merecería la respuesta del cielo y de sus pobladores, a los que pretende proteger el tirano, reclamándolo cuanto antes y ofreciéndole allí un lugar tan codiciado como inofensivo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_