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Marta

Por lo visto esta Navidad habrá juerga privada en la discoteca del Golfo. Actúa Marta Sánchez en función benéfica ante los marinos de la última cruzada en pos del Santo Grial de Kuwait, lo que demuestra que Serra aprieta pero no ahoga y que más vale Marta sin barcos que barcos sin Marta. En realidad siempre habíamos pensado que los Reyes Magos venían de este Oriente donde ahora están las corbetas y la fragata. Pero llevamos un par de años del mundo al revés y ahora resulta que los reyes sólo existen en la baraja y que Mamá Noël viene del Oeste a saludar a los marinos que se han portado bien y que van sobreviviendo. Marta Sánchez sobre un barco de guerra es algo tan antiguo como los chascarrillos de Ay, Carmela: el intento de convertir la muerte en la tramoya del espectáculo épico financiado por las grandes multinacionales del petróleo. Nada serio. Esos chavales de blanco habrán vivido durante tres meses sobre un polvorín, pero a su regreso sólo recordarán el polvo imposible con esa nueva reina de los mares.El rasgo de elegancia de este curioso show business es que la juerga tendrá lugar en alta mar para, dicen, no herir la sensibilidad musulmana con el descoque de la animadora. Con esta decisión los estrategas morales del Ministerio de Defensa nos están recordando implícitamente los rasgos obsoletos de la sociedad árabe, esa gente que encierra a la mujer bajo sus siete velos y que la para su propio placer. Llevamos a Marta a mar abierto para que no cunda el ejemplo entre la morería machista y primitiva. Queda claro que el espectáculo de Marta ante la soldadesca es, sin duda, un acto que dice mucho a favor del igualitarismo español entre los sexos. La civilización es así de sencilla: se manda una rubia para que 600 hombres se reafirmen en la superioridad de Occidente y un ministro que interpreta a Mozart bajo el cartel: "No disparen sobre el pianista"

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