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Tribuna:EL INGRESO DE COMISIONES EN LA CONFEDERACIÓN EUROPEA DE SINDICATOS
Tribuna
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Una vieja aspiración

Con el Ingreso en la Confederación Europea de Sindicatos (CES) culmina la única afiliación internacional solicitada por Comisiones Obreras hasta el momento. La única porque los principios básicos de las CC OO desde su origen mismo, no habrían encajado en particular con ninguna de las tres confederaciones mundiales surgidas de la traslación directa de la guerra fría al movimiento sindical internacional.En consecuencia, nunca nos propusimos la adscripción ni a la Federación Sindical Mundial (FSM), de orientación comunista; ni a la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres (CIOSL), con predominio socialdemócrata; ni a la Confederación Mundial del Trabajo, de marcado signo cristiano, división que surgió de la traslación directa de la guerra fría al movimiento sindical internacional. Las Comisiones Obreras no eran el producto de escisiones o de división alguna, sino justamente del empeño por superar la terrible división del movimiento sindical español hasta la guerra civil, bipolarizado ideológicamente mediante el binomio sindicato socialista (UGT)-sindicato anarquista (CNT).

En la nueva concepción del sindicalismo, que dio vida a CC OO, autonomía y unidad son dos vectores indisociables si se persigue la resultante de fuerza que da la conjunción plural de los diversos estratos y segmentos que componen hoy, y compondrán aún más en el futuro, la clase trabajadora.

De ahí que en nuestra negativa a afiliarnos a cualquiera de las tres organizaciones mundiales no pueda verse prejuicio alguno hacia ninguna de las vertientes ideológicas que las caracterizan -de hecho, son precisamente esas tres las componentes fundamentales de las CC OO-, sino que de la adopción de una y otra como rasgo predominante se habría derivado el fin del laicismo sindical encarnado en nuestro país en las Comisiones Obreras, e incluso el de éstas.

Cauce de unidad

Por el contrario, cuando se creó la Confederación Europea de Sindicatos como organización regional autónoma de las confederaciones mundiales la valoramos con gran esperanza como el cauce más prometedor para recomponer la unidad sindical en el plano internacional. Por todo ello iniciamos el proceso de acercamiento a la CES desde el momento mismo de su fundación, en 1973, y ratificamos nuestra petición de ingreso en todos nuestros congresos.

No obstante la plena coincidencia con los principios básicos y con el programa de acción de la CES, el proceso hasta llegar a nuestra afiliación ha sido demasiado largo, con negativas difíciles de explicar por quienes se oponían a nuestro ingreso. No vale la pena hacer ahora un recuento de las razones esgrimidas a lo largo de este tiempo, porque su estricta relación sin añadir por ..nuestra parte ningún juicio de valor, se volverían en contra de quienes las utilizaban para bloquear nuestro ingreso y podrían abrir viejas y estériles discusiones. La positiva actitud adoptada por éstos finalmente es reconocida por CC OO, y la consideramos suficiente para dar por cicatrizadas las heridas del pasado. Unos y otros hemos tenido que desterrar un enfoque excesivamente doméstico de la política sindical internacional, que era el obstáculo real para desbloquear nuestra incorporación a la CES, que nació para unir y que debe seguir generando unidad entre todos sus miembros.

Vuelta ya la página de estos 17 años transcurridos, lo que debe ocuparnos ahora es afrontar los retos de un futuro europeo cada vez más próximo. Como quiera que todavía es generalizado el desconocimiento de la CES entre los trabajadores españoles, nos proponemos desplegar una amplia campaña de difusión en las fábricas y centros de trabajo de los rasgos principales, la amplitud organizativa, las ideas y propuestas de la Confederación Europea de Sindicatos. El valor de tales propuestas de la CES es singularmente apreciable para países, como el nuestro, que mantienen un considerable diferencial social con respecto de la mayoría de los países comunitarios. Pero además será beneficioso para los trabajadores que logremos diversificar los cauces de transmisión cultural, social y política, con Europa, más allá de los que casi en exclusiva se establecen a través del Gobierno y algo por medio de los partidos políticos.

En ese camino la primera apreciación a superar es que la realización del mercado único es tarea exclusiva de los Gobiernos y de los grupos de presión económica, dejando a los trabajadores reducidos a la misión de reclamar un mínimo de derechos sociales, al igual que al zapatero se le remite a sus zapatos.

Sin embargo, la dimensión social de Europa debe impregnarlo todo, y contamos para ello con el riguroso trabajo realizado por la CES. Acercar a los trabajadores a esta perspectiva europea y hacer que asuman como propias las líneas estratégicas de la Confederación Europea de Sindicatos es un ineludible y urgente compromiso de trabajo sindical que desearíamos estudiar e intensificar de común acuerdo entre los sindicatos afiliados, UGT, ELASTV y CC OO.

Nuestra entrada en la CES se produce en un momento de innovación del sindicalismo europeo, necesaria para a daptarse a la realidad europea e inexcusable para intervenir con mayor peso en el desarrollo futuro de las relaciones industriales en el nuevo ámbito contractual que será Europa. Hasta la fecha, la CES ha coordinado a los sindicatos que la integran; a partir de ahora tendrá que representar y dirigir la acción de los trabajadores en la defensa de sus intereses sobre la base de la máxima solidaridad entre ellos. Esto comporta transformar lo que en la práctica ha sido una coordinadora de sindicatos en un sindicato de los trabajadores de Europa. Un sindicato con capacidad de negociación, y para ello dotado de las estructuras federales correspondientes en la industria y en los servicios, desarrollando aún más la red de comités sindicales en las compañías transnacionales. Un sindicato en disposición de demostrar cuando sea preciso la fuerza tangible y no sólo potencial que anima las aspiraciones de los trabajadores y su empeño en la construcción de una Europa más justa socialmente, más solidaria, más democrática, más autónoma y pionera en un nuevo modelo de desarrollo cualitativo para un futuro mejor.

Para lograr esta metamorfosis sindical no hay mayores inconvenientes, ni siquiera cabe plantearse la reticente discusión sobre la cesión de soberanía nacional a favor de instancias supranacionales que con frecuencia aparecen en otros planos de la vida política, institucional o económica. Para los sindicatos de cada país no hay soberanía que perder, sino un horizonte más amplio por conquistar.

Apostamos por la reforma

Como se puede apreciar por el ingreso de CC OO, por los contactos cada vez más fluidos con los sindicatos de los nuevos países democráticos del este y norte de Europa, hay una decidida actitud por superar viejos prejuicios y exclusivismos. No obstante, quedan situaciones por resolver, como la que plantea la petición de ingreso de un sindicato tan democrático, representativo y europeo como es la CGTP-Intersindical portuguesa.

En definitiva, desde CC OO apostamos por la reforma de la CES y aportaremos todo lo que nos permitan nuestras modestas posibilidades a un debate ya .abierto, que con seguridad concluirá con el más amplio consenso en el próximo congreso de la CES, previsto para mayo de 1991.

Cuando la división del mundo en bloques militares tiende a desaparecer y con la aún más próxima superación de los bloques económicos, son insostenibles los bloques sindicales. Si en la práctica la FSM se extingue paulatinamente, la CIOSL no puede permanecer sólo como afirmación ideológica frente a un contrario que ya pronto dejará de ser, sino que deberá abrirse a nuevos planteamientos, como de hecho está ocurriendo ya, y buena prueba de ellos tuvimos en la visita a Espafia de uno de sus más destacados .dirigentes, Enzo Frizo.

Una apertura que permita tomar conciencia de que tendremos que trabajar con autonomía desde cada área del mundo, sea Europa, América Latina, Asia o África, coordinados en un marco confederal internacional que impregne de solidaridad el quehacer de todos los sindicatos del mundo. En todo caso, hay que suscitar nuevas consideraciones sobre la evolución del movimiento sindical internacional, a lo que también podemos contribuir desde CC OO.

No podría terminar estas líneas sin expresar nuestro más profundo agradecimiento a cuantos amigos sindicalistas y organizaciones nos han apoyado en este largo proceso. A los tres grandes sindicatos italianos, CGIL, CISL y UIL; a los companeros de la CFDT francesa; al TUC británico; a la FGTB y la CSC de Bélgica, así como a diversos sindicatos de los Países Bajos, al SAK de Finlandia, etcétera. También hemos de reconocer la valiosa ayuda y comprensión recibida en estos últimos años por los amigos de la DGB alemana y su anterior presidente, Ernst Breit (actual presidente de la CES), y del secretario general de la CES, Mathias Hinterscheid. Una larga lista en la que seguramente habrá algún olvido involuntario, pero que no puede cerrarse sin una mención destacada de los sindicalistas de UGT y de ELA-STV.

Sin menoscabo de lo anterior, es de justicia resaltar que la tarea principal se ha hecho desde el seno mismo de las Comisiones Obreras, por todos sus militantes, por cuya abnegación en el empeño por consolidar el sindicalismo hasta convertirlo en pieza clave de la historia del movimiento sindical español y con su constante inquietud por renovar y dinamizar la cultura sindical de nuestro país, lograron el respeto y el reconocimiento de nuestra confederación en todas las latitudes y foros internacionales. No ha sido una tarea de autores anónimos.

Hay compañeros a los que rendir un merecido homenaje: Carlos Elvira, que, desde la delegación exterior de Comisiones Obreras en el exilio parisiense realizó las primeras aproximaciones a la CES en el momento mismo de su fundación; Serafin Aliaga, el primer secretario confederal de relaciones internacionales, verdadero artífice del diseño de nuestra política internacional, cuyo núcleo fue precisamente orientarnos hacia la CES -este gran amigo y maestro ha muerto recientemente sin ver culminado el trabajo que él inició y dirigió con gran lucidez-; Leónides Montero, continuador del trabajo de Aliaga, aportando su gran experiencia en el exterior y su extraordinaria flexibilidad para superar contradicciones y dificultades, y finalmente, Juan Moreno, actual titular de la secretaría, que, enriqueciendo las aportaciones de sus antecesores, nos ha conducido hasta la definitiva incorporación a la Confederación Europea de Sindicatos.

Antonio Gutiérrez Vegara es secretario general de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras.

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