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Alemania unida vota hoy por primera vez desde 1932

La Alemania unificada vota hoy por primera vez desde que en 1932 las elecciones dieron el poder al partido nazi. Sólo una impensable sorpresa impedirá que el actual canciller, el democristiano Helmut Kohl, mantenga su puesto al frente del Gobierno de coalición con los liberales del ministro de Exteriores, Hans Dietrich Genscher. Las últimas encuestas, sin embargo, reducen la amplitud de la victoria de Kohl y aumentan el papel de sus socios del FDP.

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La última encuesta publicada, por el Instituto Demoscópico Allensbach indica que la Unión Cristiana Democrática (CDU) y su aliado bávaro, la Unión Social Cristiana (CSU), obtendrán un 42,4% de los sufragios, mientras que el Partido Democrático Liberal (FDP) se acerca al 11%, lo que sitúa a la actual coalición gubernamental en más de un 53%. En comparación con las elecciones de 1987 la CDU-CSU perdería casi dos puntos.Pese a que el sondeo concede que en esta última semana de campaña de Oskar Lafontaine se ha producido una pequeña recuperación del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), al atribuirle un 33,5% de intención de voto, el desplome del SPD es de magnitudes catastróficas; si se considera que en 1987 -en lo que se consideró generalmente como un mal resultado- el entonces candidato socialciemócrata, Johannes Rau, arrancó para su partido más de un 3 7% de los votos.

La última predicción de Allensbach reduce la cifra dada hace dos semanas a los Verdes, que obtendrían ahora no más de un 9%, y deja a los comunistas renovados del Partido del Socialismo Democrático (PDS) con un 2% en todo el país, y un 7,7% en la antigua RDA, suficiente para obtener representación parlamentaria.

En los últimos días de la campaña electoral, Kohl ha empezado a dar las primeras muestras de nerviosismo ante la evidencia de que su anunciada y asumida victoria no será tan absoluta como parecía. El primer rifirrafe entre los dos socios de la coalición gubernamental ha alcanzado ya las páginas de los periódicos y los comentarios de los observadores. Kohl, con su seguridad habitual, ya ha propuesto la fecha der 21 de diciembre para ser elegido canciller en el Reichstag, en Berlín, pero el sarcástico presidente del FDP, el conde Otto Lambsdorff, le ha respondido con rapidez y un cierto aire molesto: "Todavía tenemos que negociar nuestra entrada en el Gobierno". El problema, pese al ligero ascenso mostrado por los socialdemócratas en las últimas encuestas y las buenas perspectivas de los liberales, es que el desplome del SPD no permite al partido de Genscher ningún tipo de negociación que implique una alternativa. Los liberales, sin embargo, quieren sacar tajada de su bonanza electoral cuando se forme el nuevo Gobierno, pero la CDU tiene muchos compromisos que atender, especialmente con los políticos de la antigua RDA que se integraron en octubre en el partido.

Las primeras filtraciones de nombres para los principales cargos han levantado ampollas entre los liberales. Kohl quiere colocar a su aliado, el antiguo primer ministro de Berlín Oriental Lothar de Maiziere, en la presidencia del Bundestag, para lo cual tiene que buscarle un sitio a la popular Rita Süssmuth. También quiere colocar en el Gobierno a la antigua presidenta de la Volkskammer, la ingenua democristiana Sabine Bergmann-Pohl.

Todos estos tejemanejes tienen un solo perjudicado: el FDP. Tal vez por esto los últimos días de la campaña han agriado las relaciones entre los socios gubernamentales.

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