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Los síntomas de recesión económica se manifiestan con fuerza en Italia

Juan Arias

En Italia, la recesión parece imparable, mientras la inflación llega al 7% y ya se habla de devaluar la lira. Y no sólo por razones de la crisis del Golfo, aunque ello está agravando las cosas. El problema viene de más lejos. Lo había ya anticipado Gianni Agnelli, presidente de Fiat, en el mes de julio pasado, antes de la invasión de Kuwait por parte de Irak, cuando había afirmado que "la fiesta se ha acabado".

Al mismo tiempo Agnelli anunciaba que su empresa se veía obligada a poner en paro forzoso en otoño a 70.000 trabajadores. Desde entonces, todo se ha ido precipitando y hoy no hay un solo empresario que dude que el periodo italiano de las vacas gordas se ha acabado tras los años del boom de la producción.La lira ha tocado el mínimo histórico en relación con el marco. La banca ha gastado cientos de miles de millones para defender la lira, mientras que los últimos datos de la patronal certifican la paralización de la producción y Olivetti confirma que debe prescindir de 7.000 trabajadores.

Para noviembre se calcula un importante bajón en la producción, el índice medio de inflación va ya por el 7%, mientras en algunas grandes ciudades dicha cifra ha sido ya superada.

Según un informe del diario La Repubblica, la recesión ha llegado ya a la mayor parte de los sectores, como el automóvil, la informática, el cemento, los electrodomésticos, la publicidad, la siderurgia, vivienda y editorial.

Por su parte, el diario milanés Il Corriere della Sera, en un editorial del economista Mario Monti titulado Italia bajo riesgo, afirmó que este país "va hacia una recesión no enorme por intensidad y duración, pero ciertamente grave por las condiciones estructurales e institucionales con las que se enfrenta la economía italiana a tal situación".

Y explica que la gravedad de la recesión italiana deriva del hecho de que se entra en ella "sin que en los años de la expansión haya habido, a diferencia de otros países, privatizaciones importantes de empresas públicas, al mismo tiempo que no se prevé que puedan llevarse a cabo en una coyuntura en la que, al revés, los empresarios privados se ven ten lados a ceder ellos al sector público".

Y el último caso ha sido el de Raúl Gardini, de Montedison, que ha acabado vendiendo el 40% de Enimont, el gigante de la química público-privada que se había formado en este país, al ENI, el Ente Público de la Energía Nacional, que ha desembolsado casi 300.000 millones de pesetas a Gardini-Ferruzzi.

Según el director general de la patronal, Innocenzo Cipolletta, frente a la lucha para la renovación del convenio nacional de metalúrgicos que se arrastra desde hace más de un año sin solución, ha afirmado que existen sólo dos caminos: o bloquear los salarlos o devaluar la lira.

Ya en el Informe enviado días atrás al Gobierno por el Fondo Monetario Internacional (FMI) se alertaba sobre el peligro de que en el 93 Italia se pudiera quedar incluso "fuera de Europa" si no resolvía con urgencia y "estructuralmente" algunos problemas fundamentales, como el del déficit público. Y afirmaba que ha sido una lástima que "Italía no haya sabido sacar ventajas suficientes de las condiciones económicamente favorables de la larga experiencia de expansión de los años ochenta".

"De ahora en adelante", proseguía el informe, "el problema será más difícil a causa del freno del índice de crecimiento, tanto en Italia como en el extranjero, a causa del impacto de los precios más altos de la energía y de los mayores tipos de interés". Por su parte, los sindicatos, amedrentados, insisten en que lo que no sería justo es que sean los trabajadores, que han contribuido los años pasados a enriquecer impresionantemente a las empresas, los que ahora "paguen el pato de la recesión".

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