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Los Verdes consolidan su presencia en Alemania tras unirse a Alianza 90

Los Verdes, el partido ecologista y radical surgido en la Alemania de los turbulentos años sesenta, han salido muy bien parados del proceso de unificación alemana, al que, paradójicamente, se han opuesto en todo momento. Ya no son un fenómeno pasajero.

Siguen peleándose inevitablemente en cada congreso y se destrozan en faccionalismos y posturas aparentemente intratables, pero sus votantes les son fieles, y la coalición formada con Alianza 90, el conjunto de movimientos que llevaron el peso de la revolución en la RDA, ha acabado por redondear su lugar en la nueva Alemania.Su último bombazo electoral ha sido conseguir que la policía irrumpiera en la sede central del partido en Bonn y la registrara en busca de unos panfletos en los que se instaba a desertar a los soldados en el caso de que fueran destinados al Golfo.

Las fuerzas de seguridad, que obedecieron la decisión de un juez local que se amparaba en una ley que considera un crimen incitar a la deserción, no encontraron más que un puñado de las más de 200.000 octavillas que habían sido distribuidas.

Desde siempre, y debido a su tradición asamblearia, como partido los Verdes han transmitido una sensación de fragilidad, como si a cada momento fueran a autodestruirse por sus trifulcas internas. La vieja batalla entre los fundis, aquellos que se niegan a cualquier componenda con el sistema, y los realos, dispuestos a colaborar con la socialdemocracia donde fuera posible, ha sido definitivamente ganada por estos últimos, aunque los primeros siguen en el partido y se dedican, muy a menudo, a hacer la guerra por su cuenta.

Algunos de sus más importantes líderes, como es el caso de Otto Schilly, han abandonado el partido pasándose al Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), aburridos ante las escasas posibilidades de construirse una carrera política.

Sus votantes, pese a la indefinición de la cúpula y sus constantes contradicciones, permanecen inasequibles al desaliento.

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Las últimas encuestas les auguran más del 10% de los votos en todo el país, el mejor resultado jamás obtenido desde su entrada en al campo de la política.

Para el SPD, mordida ya por la izquierda su parte del pastel con la llegada de los comunistas renovados del PDS, ésta es la peor de las noticias. La carencia total de líderes, algo incompatible con sus principios, o la radicalidad de muchas de sus propuestas, en algunos casos tan utópicas como irrealizables, no son elementos que jueguen en su contra, sino todo lo contrario.

Algunos piensan que tal vez su mayor problema sean sus propios votantes. Lo sucedido en Berlín con los squatters -ocupantes ilegales de viviendas- y la posterior ruptura de la coalición entre socialdemócratas y la Lista Alternativa -el equivalente en esta ciudad de los Verdes-es paradigmático.

El alcalde Walter Momper, del SPD, parece dispuesto a deshacerse de sus compañeros de coalición para atraerse al electorado de centro sin el que nada es posible en Alemania.

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