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Mamá

Cualquiera que haya tenido una madre opresora -es decir, prácticamente todo el mundo- está capacitado para entender el extraño fenómeno internacional que se ha producido a partir del instante en que la Reina de la Laca dimitiera, allá en la Gran Bretaña. Esta dama, cuyos desmanes resultaron insoportables hasta para sus propios correligionarlos, se ha convertido, en un breve crujir de fish and chips, en lo que podríamos definir como un ejemplo, un dechado de virtudes, una santa.Ahí tienen a todos los políticos, a los líderes, a los gobernantes, reconociendo que Maggie no hay más que una y a ti te encontré in the corner. Algunos, incluso, han llegado a admitir públicamente que la señora posee un fuerte atractivo sexual. Bueno, hay gustos para todo, y hay gustos que merecen disgustos. Es lógico que el británico medio, acostumbrado a la disciplina inglesa y a arriba y abajo, y a volver a Brideshead cada dos por tres, encuentre en esta mujer un punto de referencia erótico. Son cosas que no se eligen, que están en los genes-tales y en las novelas de Tom Sharpe. Ahora bien, que el macherío mundial coincida en dictaminar que Margaret Thatcher es una mujer irrepetible, cuando yo la encuentro idéntica a mi tía Julia, sólo demuestra que hasta los hombres más preclaros que nos gobiernan necesitan de] matriarcado para perpetuarse. En el fondo, lo que admiran en Thatcher es que tenía un par, siendo a la vez tan femenina y bustiamplia.

Comprendo que ahora experimenten una sensación de orfandad, esa típica falta de seguridad que hace que el hombre pase raudo y veloz de manos de su madre a las de una esposa en la que espera encontrar la misma protección. El problema es con quién sustituirla. A esos tres se les nota de largo que también necesitan una madre.

Si yo fuera tory le habría ofrecido el puesto a Pilar Olascoaga, del festival de cine de San Sebastián.

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