El 'aparato' socialista cierra filas mientras Felipe González aboga por una clara apertura
El 32º Congreso Federal del PSOE se inició ayer con un llamamiento público de su secretario general, Felipe González, al debate libre y abierto y el compromiso a puerta cerrada de ampliar la ejecutiva del partido "sin convertirla en un Parlamento". La falta de concreción de esa ampliación prometida del órgano rector dejaba ayer abierta la incógnita sobre la entrada en la misma de los ministros Joaquín Almunia y Javier Solana, que se han convertido en el símbolo de la apertura del partido a las nuevas sensibilidades. La gestión de la ejecutiva saliente quedó respaldada con el voto unánime de la representación socialista en el congreso.
La mayoría de los delegados socialistas consultados consideraban muy dificil la entrada de los ministros Joaquín Almunia y Javier Solana en la ejecutiva. A última hora de ayer las máximas concesiones del aparato a la heterodoxia consistían en la entrada en ese órgano del ex comunista catalán Jordi Solé Tura y de dirigente canario Jerónimo Saavedra, enfrentado con Alfonso Guerra.Sin embargo, el congreso empezó con un marcado carácter aperturista. Felipe González hizo un llamamiento al debate interno y pidió un partido más flexible. El secretario general del PSOE abogó por un partido "refrescado y renovado para no morir de éxito". El líder socialista llegó a invitar a los liberales a que se sumen al proyecto político del PSOE -"soy socialista, a fuer de liberal", recordó a Indalecio Prieto- y pidió mayor comprensión frente a los comunistas. El secretario general del PSOE extendió su carácter aperturista a la sociedad, tanto en el plano de la política internacional como en la política económica. En este último sentido reconoció que el mayor proceso de liberalización económica que se ha dado en España se ha producido con el Gobierno socialista. El sentido aperturista de la intervención de Felipe González fue captado por los ministros que simbolizan las nuevas sensibilidades del partido. El ministro de Educación, Javier Solana, el de Administraciones Públicas, Joaquín Almunia, y el de Economía, Carlos Solchaga, saludaron sin ambigüedades el discurso del secretario general del partido. Solchaga se sintió especialmente respaldado en un momento en el que su orillamiento en el seno del partido se da por hecho. Precisamente, Carlos Solchaga dio su primer toque de atención en la mañana de ayer al reiterar a su entrada en el Palacio de Exposiciones y Congresos la idea que expresó en el Comité Federal del PSOE de julio y que levantó la polémica: que la ejecutiva sea menos monolítica.
Autonomía
También Solchaga se ha visto reconocido -y así lo dijo una vez finalizado el discurso de González- en la defensa que el secretario general del PSOE ha hecho de la autonomía del proyecto socialista respecto de otras instituciones como UGT. Son secuelas del pragmatismo del que González volvió a hacer gala al establecer las reglas de juego de este congreso. El secretario general del PSOE lo dejó claro al dar rienda suelta al debate de ideas, pero con la salvedad de que tenga una finalidad práctica. González rehuyó cualquier alusión al caso Juan Guerra e incluso a la corrupción política en general.
De lo que se preocupó González en el momento de establecer las reglas del debate fue de los grandes temas: la construcción europea, la casa común de la izquierda, la política energética, el factor ecológico y los problemas derivados de las aglomeraciones urbanas.
Pese al voto unánime a la ejecutiva saliente, algunos delegados críticos consideran que la batalla no se juega en la gestión realizada o incluso en los debates programáticos, mediatizados por el compromiso electoral, sino en la apertura o no de la ejecutiva, que es quien tiene que dirigir y ejecutar la política del partido que gobierna España.
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