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Un ganadero y su hijo, encarcelados por sospechosos del crimen de El Vellón

Felipe García García, de 55 años, y su hijo Nicanor García Álvarez, de 21, ingresaron ayer en la prisión de Carabanchel, acusados de ser los presuntos autores de la muerte de Eduardo López Lozano, de 38 años, ocurrida el día 3 del pasado mes de octubre en la localidad madrileña de El Vellón. Los dos hombres fueron detenidos el lunes pasado por agentes de la unidad, de policía judicial de la 112ª Comandancia de la Guardia Civil.Eduardo López, conocido con el mote de El Topo, fue encontrado sin vida el domingo 7 de octubre, caído junto a un cercado de piedras en el camino de Talamanca. Presentaba dos disparos de postas y una navaja clavada en un glúteo.

Desde el primer momento, las sospechas recayeron en alguno de los 900 vecinos de la localidad, donde no gozaba de demasiados amigos, sino todo lo contrario. La enemistad generalizada que había suscitado contra él estribaba en las numerosas trifulcas que había provocado por meter a sus vacas y a sus yeguas a pastar en prados ajenos. En el cuartel de la Guardia Civil de Talamanca del Jarama llegaron a acumularse hasta 60 denuncias contra él, acusándole de pastoreo abusivo.

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Felipe García era el principal sospechoso del crimen desde el primer momento

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La última persona que vio con vida a la víctima fue el ganadero Felipe García García, dueño de una vaquería. Entre ambos se habían producido durante los últimos años numerosos y reiterados enfrentamientos, según manifestó días después del crimen.

García desgranaba así el rosario de afrentas que le había causado el difunto Eduardo López: "Yo le pillé robándome un choto en 1982. Al año siguiente volvió a pasar otra vez lo mismo, y me he enterado de que ha estado entrando en mi finca con su ganado todas las veces que ha querido. Hace dos años me pegó una pedrada por la que aún me debe 70.000 pesetas que no me paga. Tengo bastantes motivos para odiarle y pienso que, como yo, habrá otros muchos" (ver EL PAÍS de 9 de octubre).

La tarde del pasado 3 de octubre, unas horas antes de que desapareciera misteriosamente Eduardo López, éste y Felipe García volvieron a encontrarse en un paraje denominado El Campillo. Según el presunto homicida, El Topo le reclamaba una chota que se había metido en su cuadra.

Pacto de silencio

El Grupo de Homicidos de la 112ª Comandancia de la Guardia Civil se hizo cargo de las investigaciones, muy dificultosas debido a que la mayoría de los vecinos parecían haber sellado un pacto de silencio. Tanto que muchos no tuvieron el menor escrúpulo en confesar que no sentían la muerte de El Topo.

Entre la gente llegó a difundirse la hipótesis de que los autores de su muerte podían ser forasteros llegados al pueblo para robar los cotizados galgos de caza que hay en el mismo, alguno de los cuales está valorado en más de un cuarto de millón de pesetas.

Los agentes procedieron a detener poco antes de las seis de la tarde del pasado lunes al joven Nicanor García, nacido en Madrid hace 21 años. Minutos después hicieron lo mismo con su padre cuando estaba en la vaquería de su propiedad. Posteriormente realizaron un registro en la vivienda, autorizado por la juez de Instrucción de Torrelaguna. "Cuando llegó Rosa María, la hija de Felipe, se encontró con la casa patas arriba, las camas revueltas y los armarios abiertos", según manifestó un pariente que ayer se había hecho cargo de la muchacha.

El mismo familiar, que no quiso facilitar su identidad, relató que a Felipe y a su hijo "los han cogido porque las manos les olían a pólvora". También es posible que uno de los indicios reunidos en su contra sean las escopetas de los detenidos, pese a que la misma persona argumentó: "Ellos nunca han disparado con postas y a Eduardo lo mataron con postas".

García y su hijo fueron puestos a disposición de la juez de Torrelaguna, pero los cala bozos del juzgado no reúnen las condiciones adecuadas, por lo que después fueron traslada dos al depósito de Colmena Viejo, según fuentes del vecindario de El Vellón.

El familiar de los detenidos declaró anoche que había podido conversar con ellos antes de que fueran conducidos a la cárcel de Carabanchel, en régimen de prisión preventiva. Y añadió: "Durante el rato que he estado con Felipe, yo le he notado que estaba bastante tranquilo, pese a que él dice que no entendía nada de lo que estaba pasando. Me comentó que había caído en contradicciones por los nervios. Pero el asunto no está nada claro".

"Alguno se habrá hartado"

El ganadero acusado del crimen, un hombre risueño y hablador, no dio muestras de nerviosismo durante el mes que ha durado la investigación policial. Tampoco tuvo reparos en dar su opinión a los periodistas acerca del misterioso asesinato de Eduardo López Lozano, pese a que él era el sospechoso número uno desde el primer momento. "Alguno se habrá hartado y le habrá matado", dijo entonces, a la vez que agregaba una advertencia: "Si le detienen, yo seré el primero que saldrá a defenderle". Muchos otros apoyaron anoche sus palabras: "Había discutido con el 80% del pueblo... tenía muchos enemigos".

Algunos de los vecinos consultados aseguraron que ignoraban que Felipe García y su hijo habían sido encarcelados y otros indicaron que no conocían las pruebas reunidas contra los dos sospechosos. Fuentes de la Guardia Civil se limitaron a confirmar las detenciones, sin querer facilitar más detalles de la investigación.

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