Mínimo esfuerzo del Real Madrid en Innsbruck

El Real Madrid recurrió a la ley del mínimo esfuerzo para rentabilizar sus días de asueto en Innsbruck. El avasallador resultado obtenido por el conjunto blanco en el partido de ida (9-1) había reducido cualquier atisbo de emotividad en el encuentro, convertido así en un argumento festivo para los 17.000 ateridos espectadores y en un simple entrenamiento para el campeón español. Bajo estas premisas, se armó un enfrentamiento deslucido antes de hora, que finalizó con empate y en el que brilló el don rematador de Losada.El suplente delantero madridista culminó dos jugadas con el arte que sólo poseen aquéllos que están acostumbrados a moverse por la zona más espinosa del campo, la que no ofrece espacio ni tiempo para la reflexión, sino para el instinto. En su primer gol, Losada evidenció una calidad rematadora inusual. En el segundo, un arranque de genio que agravó aún más la anemia defensiva del Swarovski.

Losada parece llamado a glosar la abundancia goleadora del Madrid en Europa. De su bota salió el gol número 500 del equipo blanco en el continente, inscribiendo su nombre junto al de insignes cañoneros del Bernabéu, como Di Stéfano, Puskas y Juanito. Ayer consiguió su quinta diana en la presente Copa de Europa.

Consumidos los efervescentes 20 minutos de empuje del rival con tan sólo un gol en contra, el Madrid hizo suyo el encuentro. No importó la presencia de siete habituales suplentes (Llorente ni se vistió por molestias en el hombro) ni el gol de Linzmaier en el minuto 90. El equipo de Toshack buscó el recurso de la espectacularidad, casi alcanzado en una plástica chilena de Losada y en una vaselina frustrada de Hagi.

El técnico galés, en una prueba significativa para el futuro, colocó a Aragón de pivote en la segunda parte. El juego de su equipo discurrió fluido hasta el último minuto, a partir del cual el Madrid pudo olvidarse ya de la Copa de Europa hasta el mes de marzo y dedicarse a enderezar su rumbo en la Liga española.