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Hungría ingresa en el Consejo de Europa

Juan Arias

El Palazzo Barberini de Roma, donde hace 40 años se firmó el convenio de derechos humanos, fue escenario ayer de la solemne ceremonia de la entrada oficial de Hungría en el Consejo de Europa, que pasa ahora de 23 a 24 miembros de derecho. El ministro húngaro de Asuntos Exteriores, Geza Jeszenski, subrayó el empeño de su país "en la búsqueda de una solución al problema de las minorías étnicas", al mismo tiempo que invitó a los otros países de Europa central y oriental "a realizar un esfuerzo común para acelerar el curso de su adhesión a los convenios del Consejo de Europa".

El senador comunista Ugo Pecchioli, vicepresidente de la Asamblea Parlamentaria, afirmó durante la ceremonia que la entrada de Hungría en el Consejo de Europa "abre un nuevo periodo histórico para la reunificación europea" y destacó que a partir de ahora el Consejo de Europa adquiere nuevo brillo e importancia y "entra en una dimensión inédita, que lo llevará a convertirse en un organismo paneuropeo".La ceremonia tuvo lugar en el curso de la 872 sesión del comité ministerial del Consejo que se había reunido 48 horas en Roma para debatir los nuevos problemas que, en materia de defensa de los derechos humanos, plantean la salida del comunismo real de los países del Este.

La entrada de Hungría en el Consejo de Europa ha coincidido con la toma de posesión de España de la presidencia de dicho organismo durante los próximos seis meses. De ahí que el protagonista de la jornada de ayer, además del ministro húngaro, fuera su homólogo español, Francisco Fernández Ordóñez, quien pronunció dos discursos. Uno en Roma, durante la ceremonia de admisión de Hungría, y otro por la noche en la República de San Marino, donde por primera vez llegaba en misión oficial un ministro español.

Fernández Ordóñez emocionó a las autoridades del minúsculo estado recordándoles en su discurso la frase pronunciada por el matemático Gaspard Monge, enviado del gobierno francés, durante su discurso ante los capitanes megentes en 1797, cuando afirmó: "La libertad había desaparecido en toda Europa: sólo existía en San Marino".

El ministro español, tras haber hecho grandes elogios sobre la acabada presidencia de San Marino, afirmó que España "va a recoger ahora la antorcha" y que cuidará de "potenciar la capacidad de acción que el Consejo de Europa supone para la Europa del mañana, y ello con espíritu creativo y abierto, en beneficio de un continente que, después de decenios de guerra fría, aspira a la solidaridad, a la paz y al respeto de todas las libertades". Y añadió que la experiencia española muestra "que la voluntad de todo un pueblo de defender su democracia y la de todas las fuerzas políticas de instaurar un régimen de libertades son más importantes que el respeto mismo de la letra de los textos". Se refería el ministro a la intención de España durante su presidencia del Consejo de Europa de "intensificar y acelerar el desarrollo de las relaciones del Consejo con los países de Europa Central y del Este, y acoger muy pronto a Polonia y Checoslovaquia como miembros de pleno derecho".

En su discurso de la mañana en Palazzo Barberini, Fernández Ordóñez había ya expresado la posición del gobierno español "totalmente favorable a la admisión, cuanto antes, de todos los estados que han sido capaces de dotarse de un sistema de gobierno auténticamente democrático". Y se refirió a la Unión Soviética al afirmar que España ya se ha pronunciado en favor de su pronta adhesión al convenio cultural europeo.

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