Escaparse del dictado
Se han enfadado. Cuando ya tenían su planilla pasada a limpio, ¡zas!, una diputada efusiva y un rector extravagante se lo emborronan todo. Hacen su retablillo: ponen mala cara mientras dicen su alegría por la liberación de los rehenes. En los periódicos, alguien se encarga de transformar sus mohínes en artículos de opereta: 10 líneas para el aria de los parabienes y un larguísimo recitativo sobre la inconveniencia de escaparse del dictado.-
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