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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Parcialidad

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En el diario EL PAÍS, en la edición del 10 de octubre, han salido publicados, en la página 9, dos artículos sobre Yugoslavia, firmados por Hermann Tertsch, textos que quisiera en parte comentar, rogándole sea tan amable de publicar mis observaciones.1. El citado autor es al menos parcial. No ve en Yugoslavia más que oscuridad y navajas (a excepción de sus más que evidentes simpatías por los partidarios de la desintegración de Yugoslavia), de ahí que haga augurios del inminente fin del país ("nadie va a salvar Yugoslavia" o "Yugoslavia sigue su inexorable curso hacia la catástrofe", o bien "Yugoslavia ha muerto"). Menoscaba los resultados de la reforma económica, admitidos por la OCDE, la CE y el FMI. Dicha reforma es aludida tan sólo en una frase: "El Gobierno federal del croata Ante Markovic, pese a sus éxitos económicos iniciales, es políticamente impotente". Segundo, se prescinde de la presencia de las fuerzas democráticas partidarias de una reforma económica y política (y constitucional incluso) de carácter global, que, por tanto, respaldan al Gobierno de A. Markovic. Y si es atribuible el calificativo de impotente, el Gobierno lo es en aquellos casos de desacato a la Constitución y a las leyes en vigor, protagonizados justamente por las fuerzas centrífugas y totalitarias.El sintagma que figura como subtítulo (Yugoslavia no se debate entre unión y secesión, sino entre paz y guerra) carece de fundamento. De lo que se trata en Yugoslavia es de una batalla que se está librando entre las fuerzas que están por la transformación democrática y global y las contrarias a ella. Entre estas últimas se encuentran también los secesionistas, por los que manifiesta su simpatía H. Tertsch.

2. Afirmar que el presidente de la RSF de Yugoslavia, Borisav Jovic, "sólo representa ya a Milosevic" no es sólo faltar burdamente a la verdad, sino que es insultar a un jefe de Estado extranjero. Y Yugoslavia y España son países amigos. Es igualmente

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feo el título del otro artículo, en el que el autor atribuye a los habitantes de una parte de Croacia el rasgo de "belicistas por tradición".3. Lo peor, no obstante, es la abierta llamada del articulista, dirigida a Occidente, para que desista de su reiterado apoyo a una Yugoslavia unida, estable, democrática y reformada económica y políticamente ("Occidente debería dejar una integridad que ya no existe"). Como si olvidara lo que el desmembramiento de Yugoslavia, que él mismo está invocando, supondría para Europa y, por ende, para España.

Para terminar, para mí es obvio que el autor no se lleva bien con la ética profesional. De lo contrario no habría llegado al punto de menospreciar tanto a los lectores de EL PAÍS.- Embajador de la RSF de Yugoslavia.

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