¿Metástasis o ataraxia?
Si reflexionamos sobre la evidente crisis de enfrentamientos en el PSOE -remaniobrada ahora como debate de ideas-, parece claro que toda ella se centra en dilucidar si el partido en el poder, tras una creciente prevaricación de sus principios, le ha acabado por surgir, o no, un proceso tumoroso, y en su caso si no habrá llegado la hora del quirófano que impida la generalización crónica de la dolencia.Pero como en toda intervención quirúrgica, el problema consiste en que el cirujano tenga claro qué tiene que extirpar y qué tiene que dejar. Al cuerpo de varios millones de socialistas que votamos PSOE, aunque no militemos en él, no nos ha llegado con diafanidad que Felipe González, presunto facultativo de la evidente crisis, tenga un diagnóstico no ya acertado, sino ni siquiera planteado. Incluso le hemos oído por Estrasburgo negar la crisis del partido y se ha consolado entendiéndola como "un debate saludable". O sea, es como si auscultado, nuestro padre que se asfixiara sobre su lecho, nos hubiera dicho el doctor: "Tranquilos, no tiene pulmonía doble. Sólo una fiebre muy saludable".
Le agradecemos a Felipe González sus flemáticas simulaciones tranquilizadoras, dignas de un estoicismo tal vez inspirado en los pensamientos de algún césar romano, pero como votante socialista no quisiera que a los tumores no atajados del partido hubiera que añadirle la ataraxia de su presidente. Sería fatal, porque lo que está pasando en el
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