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Los conservadores británicos inician su congreso anual con ataques a Neil Kinnock

Los conservadores británicos iniciaron su congreso anual con vulgares descalificaciones personales dirigidas contra el líder laborista Neil Kinnock, motejado desde la tribuna por destacados miembros del partido de hortera y contorsionista político.

El congreso se reune bajo una cierta psicosis preelectoral, y mientras aparecen las ideas del futuro manifiesto los tories han dejado bien claro que la próxima campaña electoral puede ser una de las más duras que haya visto el país.Los oídos de los británicos no están acostumbrados a la vulgaridad verbal derrochada ayer por el presidente del partido, el ex ministro de Educación Kenneth Baker, y por el ministro de Industria, Peter Lilley. El primero acusó ayer a Kinnock de ser un contorsionista político que ha perdido el control de su partido, un grupo que oculta bajo su máscara de modernidad la vieja hidra intervencionista laborista. "Han cambiado la bandera roja por la rosa roja, pero eso es todo", advirtió Baker a un auditorio convencido de antemano.

Lilley, que llegó al Gobierno en sustitución de Nicholas Ridley, dimisionario tras sus exabruptos antigermanos, se llevó la palma de la ordinariez: "Los británicos no van a mandar a un hortera a hacer el trabajo de una mujer".

Los tories aparecen esta semana en la localidad costera de Bournemouth nerviosos por lo que pueda reservar el futuro político, aunque confortados por el golpe maestro del pasado viernes, cuando el anuncio de la entrada de la libra en el Sistema Monetario Europeo devolvió la iniciativa política al Gobierno, que se apropió de buena parte de las herramientas con que Kinnock pensaba desarrollar su futura política económica.

Al nerviosismo y al disgusto por el continuo liderazgo de la oposición en los sondeos de opinión cabe atribuir la chabacanería de ayer, envuelta en juicios políticos de la oposición que, si sirven para un mitin, no sirven corno consideración objetiva de la realidad.

Evolución económica

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La celebración de comicios planea sobre los congregados en la ciudad costera, a quienes Baker sólo dijo ayer que las elecciones se llevarán a cabo antes de julio de 1992. Todo depende de la evolución de la economía y de cómo se refleje ese sentimiento en las intenciones de voto. Las primeras fechas que se barajan son junio y octubre del próximo año.La oferta electoral está sin determinar y Thatcher habrá de escoger en el abanico que va desde las propuestas de privatizar todo aquello en que hay presencia del sector público a las de tomar resuello y consolidar lo realizado hasta la fecha. Baker habla en términos genéricos de un programa para la década de los 90 que contenga más calidad y oportunidades en un país más limpio, verde y seguro.

Los sondeos de opinión siguen poniendo por delante a los laboristas, si bien es perceptible una tendencia hacia lo conocido conforme se acerca la jornada electoral.

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