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Las pirámides aztecas, más sólidas que el muro de Berlín

El "ritmo propio" de la reforma controlada de Salinas en México

Antonio Caño

México es hoy el único país de América Latina, a excepción de Cuba, que no ha conocido la alternancia en el poder en las últimas décadas. El Gobierno del presidente Carlos Salinas de Gortari afirma, no obstante, que la reforma política mantiene su propio ritmo y que nadie debe esperar una evolución similar a la ocurrida en las naciones del este de Europa, porque aquí no habrá "ni ruptura ni cambio de sistema, sino reforma controlada y pacífica", según explican altos funcionarios mexicanos.

"Los muros derrumbados en el Este no habían cumplido los 50 años; nuestras pirámides tienen siglos", afirma Jorge Medina, dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) al explicar que en México subsisten vicios, políticos muy arraigados y carencias democráticas que serán muy difíciles de superar sin poner en peligro la paz y la estabilidad de las que ha gozado este país en el último medio siglo.El presidente Carlos Salinas está comprometido, según sus asesores, en un programa político que incluye la celebración de elecciones legislativas "transparentes" el año próximo y de comicios presidenciales "con plenas garantías democráticas" en 1994. "Esperen y verán en México las grandes avenidas de la democracia sin sangre ni rupturas", asegura Medina.

Pero la oposición ni espera ni confía. El senador Porfirio Muñoz Ledo, del izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD) hizo el pasado miércoles en el Parlamento un diagnóstico casi catastrofista de la situación política mexicana: "No hemos empezado ninguna profunda reforma. del Estado, que tendría que comenzar por el fin del verticalismo y el autoritarismo. Por desgracia, la voluntad ciudadana no es escrupulosamente respetada; no hay mejoría sensible en las prácticas democráticas y sí, en cambio, el perfeccionamiento y refinamiento de diversas formas de defraudación del voto. No se ha fortalecido un genuino régimen de partidos, porque se perpetúa la predominación omnipresente de un solo partido confundido con el Gobierno".

Sistema electoral

El Gobierno reconoce las deficiencias del sistema electoral, pero no cree que el régimen mexicano, podrido por la corrupción, pero que garantiza un amplio margen de libertades individuales y de participación popular, exija una transformación tan radical y tan acelerada como las derrocadas dictaduras latinoamericanas o los sistemas comunistas. "El ánimo del país no es de ruptura. Nosotros no podemos poner en marcha una bomba de relojería que nos estallaría en las manos", advierte José Córdoba, inspirador del salinismo y principal asesor del presidente. "Lo que requiere este país son cambios del sistema electoral; lo malo no es que el PRI esté en el Gobierno otros 50 años, lo que se cuestiona es cómo está en el Gobierno", afirma Córdoba, un hijo de exiliado español.El Gobierno cree que, en materia política, en menos de dos años de Gobierno de Salinas se ha hecho más que en muchos años anteriores, aunque la imagen reformista de Salinas se ha desvanecido últimamente por la lentitud de los cambios impuestos en comparación con la rapidez de las reformas económicas.

José Córdoba menciona en el haber del Gobierno la confección de un nuevo padrón electoral -motivo permanente de quejas en el pasado- con vistas a las elecciones del año próximo y la aprobación por todos los partidos parlamentarios, a excepción del PRD, de una nueva legislación electoral que permite a la oposición un mayor, control sobre todo el proceso de las urnas.

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La ley electoral ha sido criticada por el PRD porque permite al presidente proponer al Parlamento -actualmente, con mayoría del PRI- los nombres de los magistrados del tribunal electoral, y favorece un sistema netamente mayoritario. Pese a estas críticas, Córdoba cree que "los comicios de 1991 se van a celebrar en un marco electoral totalmente distinto al de 1988".

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