El Barça también golea al Athletic
Fue una noche negra para los hermanos Salinas. Mientras Julio vivía su enésima condena en el banquillo -sólo jugó unos minutos-, su hermano Patxi contribuía, paradójicamente, a la abultada victoria del Barcelona, que sigue su marcha triunfal en la Liga e iguala el récord de seis victorias consecutivas, establecido en la temporada 1929-1930.La desgrácia del clan Salinas no es un eximente para el nuevo Athletic de Javier Clemente. El equipo bilbaíno se limitó a defenderse -muy ordenadamente, desde luego- en el Camp Nou, aunque puso el corazón en un puño a los seguidores barcelonistas cuando Valverde, uno de los repudiados por Johan Cruyff, marcó un golazo que igualó, momentáneamente, el encuentro.
Clemente llevaba varios días maquinando la forma de romper la racha del Barça. Cons ciente de las limitaciones de su equipo llegó a Barcelona con humildad, casi de puntillas. Ni siquiera calentó el ambiente, temeroso de despertar las iras del rival. Jugó con la pizarra y acertó durante los primeros 45 minutos, los únicos en los que el conjunto azulgirana pasó verdaderos apuros antes de llegar al éxtasis de la goleada.
El técnico bilbaíno creyó que la forma ideal de cercenar las ideas del Barça. era colocar un vigilante sobre Koeman y taponar la banda en la que Ferrer y Goikoetxea han hecho hasta ahora diabluras. Su planteamiento fue perfecto, nada reprochable y le dio sus frutos casi media hora. Durante todo ese tiempo, el conjunto azulgrana se encontró incómodo y excesivamente lento en la concepción de las jugadas de ataque. Con Koeman atado por Loren, su papel lo tenían que ejercer Nando y Serna, que no están dotados para esos menesteres. Pero en este Barga hay otros hombres que pueden suplantar al rubio holandés. Sobre el campo estaba Amor, que asumió la funciones de dirección, y el equipo de Cruyff pudo crear un par de ocasiones de peligro ante el marco del inseguro meta bilbaíno Iru.
Patxi Salinas estrenó el marcador con un autogol. Instantes después, Stoichkov falló lo que parecía fácil. Las paradojas del fútbol hicieron subir la adrenalina en las gradas, cuando Txingurri Valverde, la antítesis de un futbolista, como dice su técnico Clemente, rompió la cintura de Ferrer y envió el balón a limpiar las telarañas de la escuadra izquierda de la meta de Zubizarreta.
Clemente soñó en el vestuario. Pero el nuevo autogol de Patxi Salinas derrumbó su castillo de ilusiones. Sus jóvenes e inexpertos jugadores fueron cayendo como fichas de dominó ante la presión azulgrana. No fue el día de Stoichkov -el búlgaro recibió una advertencia del árbitro Soriano Aladrén-, pero el relevo lo tomó el criticado Laudrup. El danés es, probablemente, el hombre que desentona más en un equipo que, además de otras virtudes, ha adquirido la madurez de quienes tienen vitola de campeones.
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