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Crítica:VISTO Y OÍDO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Jóvenes, viejos, mutantes

Quizá son así los jóvenes. Por lo menos, en el mundo estanco de la televisión, Nico, en un casi monólogo ante la policía, da una sensación de veracidad, de espontaneidad: naturalmente, con una brillantez que no suele ser la de la vida real. Son las reglas. Es el actor Carmelo Gómez (que hoy se presenta en un personaje muy distinto en el teatro: El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, por Miguel Narros), en la nueva serie de Javier Macua: cuatro capítulos, ayer y anteayer, el 2 y el 3 de octubre. No todos le alcanzan en ese brío de intérprete. La serie tiene un doble matiz: un argumento de amor, navajas, drogas y marginalidad, y una corriente filosófica -Sádaba, como profesor de filosofía- en la cual un personaje -Mártxelo Díaz, buen actor- busca "su propia muerte", como en Rilke (sale el librito glorioso), y ahonda en la culpabilidad que le han transferido: sufre. El relato es suficiente para atraer el interés, y está bien hecho. Yo le veo otra tercera lectura, como dice el esnobismo actual, un poco más tópica, lo cual funciona bien: el abismo generacional. Un padre de la salvaje civilización antigua, militarista, además de militar, y conservador, ultra, franquista. Debe haberlos de esa rigidez. El hijo sobrenada entre los dos mundos: es tan sincero consigo mismo como para no escapar a, la. trampa (la hermana se maneja mejor, ¿por ser mujer?). Y así va a la muerte. El autor entiendo yo- está de parte de los jóvenes, de una manera lo suficientemente general como para no excluir al macarra navajero. Lo que representa la sociedad constituída -el padre, los que le acompañan en el duelo de la madre- son claramente malos. Hay dos mutantes de una edad mediana -quizá la de Macua-: el profesor de filosofía y el abogado de oficio. Los que comprenden, los que ven el todo de la trama y de los personajes: es donde se quiere llevar al espectador, es el punto de vista que adopta la película.Dentro de la extranjería y la nostalgia de época de la televisión, esta serie es ahora una excepción. Un tema del día, unos españoles del día; no la media, no la cotidianidad, sino unos extremos. Hay unas zonas de costumbrismo, una pequeña parte de reportaje de ambiente, incluso ligeramente despegado de la continuidad fílmica -las escenas de los paracaídas: puede que el autor les dé otro valor que yo no penetro- que nos sitúan en el medio. Todo ello destaca sobre las moralinas habituales, las consignas, las pedagogías, que nos vienen de otra forma de esta civilización.

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