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Tribuna:NOTICIAS DE ABAJO / 14
Tribuna
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YO

¿Qué? ¿Ya se creía usted que íbamos a hablar de mí? Y a lo mejor le estaba ya picando el gusanillo ese de la curiosidad de vidas ajenas, el pienso con que lo alimentan a usted y a su señora los Medios de Formación de Masas, y ya se estaba usté relamiendo, "A ver qué nos cuenta también este Fulanillo de sus ave nturas,a ver si nos hace un estriptís bueno, como el de la cuñada del Presidente del Banco Transatlántico O casi". Pues nada, chasco: yo soy el que hablo, pero de mí no se habla. Y si se habla, mal hecho. Aquí, desde luego, no.De lo que le hablo es de mí cuando usted es yo. Y como usted es muchos (tantos que, la verdad, ni siquiera sé quién es usted), pero que todos son igualmente yo, todos yo y ni uno que se lo pierda... Ea, entendámonos: es usted muchos, cierto, pero no los 784.563 consumidores de este ínclito Rotativo, sino los modestamente muchos que se lean esta noticia o por lo menos le echen una ojeada a este parrafito; los cuales serán seguramente muchos (bueno, bastantes), pero que no hay Dios que los cuente, ni con todas las empresas de informática a Su servicio. En fin, el caso es que le hablo de mí con esa condición de que ested sea yo (y muchos, bueno, pero todos yo), igual de yo que yo mismo que se lo estoy diciendo. O sea que vamos a ver si entendemos aquí de una puñetera vez cómo funciona la mentira ésta fundamental de la Democracia, que es, como V. sabe, la última y la más perfecta forma de dominio que padecemos (que padecemos, por supuesto, como pueblo; porque, si nos ponemos a ser usted Fulano y yo Mengano, entonces, nada de padecer: vidita es lo que sacamos, dinerito que es vida para nosotros, de los Bancos y Ministerios de la Democracia).La mentira en cuestión es ésta: que Persona y Sociedad son dos cosas; por lo cual mantienen la una con la otra relaciones de discordia y de avenencia, relaciones tan claras que hasta los banqueros y los políticos las entienden. A saber: la Sociedad está compuesta de Personas; cada Persona tiene su idea y su querencia, y como sabe lo que quiere, pues quiere lo mejor para sí misma (en resumidas cuentas, dinero, que es vidita para ella). Ahora bien, el interés de cada uno tiene que armonizarse con el interés de la Sociedad: Zutano limita al Este, por ejemplo, con Perengano, y a fin de que Zutano no se confunda con Perengano, lo cual sería fatal para el conjunto, tiene que haber una ley de la Sociedad que fije los límites y distribuya equitativamente los derechos: el derecho de Zutano a ser Zutano y de Perengano a ser Perengano, que pagará su derecho a ser Perengano con el reconocimiento del derecho de Zutano a ser Zutano. ¿Puede haber cosa más clara? Y encima, por fortuna, los intereses personales de cada Individuo (dinero para él, en dos palabras) se armonizan fácilmente con el interés conjunto de la Sociedad (bienestar social, o sea, en una palabra, dinero), y ahí se funda la Democracia: cada uno emprende lo que quiere y opina lo que le parece; esas empresas y opiniones se dejan sumar, como cuantías homogéneas que son (puesto que todas son empresas y opiniones de Persona Individual), y la suma arroja un resultado, computable; ese resultado, desdeñando, por una fácil norma de estadística, algunas rebabas de 'No sabe. No contesta', se toma como la Empresa Social y la Opinión Conjunta, que a su vez se distribuye desde el Centro a cada una de las Personas. Y así, todos contentos.MentiraUsted se habrá tragado (venga, confiese) al menos parte de esos postulados, ¿no? Bueno, pues para mostrarle la mentira de todo ello, se me había ocurrido aprovechar, nada menos, aquello que aquí decíamos (no sé si V. se acuerda) de la canción para masas jóvenes y de la poesía literaria. Porque es que el lío que le han armado con todo eso de la Empresa y la Economía y su Opinión y Voluntad Personal de Usted es tal que seguro que ya se cree usté que todas esas abstracciones son lo concreto y lo real (¿a que ya le parece a V. que el Dinero es más material y palpable que las zanahorias?), así que, en cambio, cuando contra todo eso oye usté que le hablamos aquí de pueblo, ya está usté murmurando "Pero si eso del pueblo es una abstracción, hombre, si es un ideal" etcétera, ¿eh?, ¿a que sí? Por eso es tan importante que entienda usted que pueblo soy yo. O sea, usted. Ea, a ver: diga usted conmigo: "Pueblo soy yo".

Pues bien, decíamos en aquella otra andanada que eso que les venden como canción a las masas jóvenes, lo que consigue, entre otras cosas, es que los muchachos ya no canten; y por su parte, la poesía fina, que entre las masas cultas se distribuye para hacer cultura, tampoco le sirve a nadie para nada. Pero ¿cuál puede ser la utilidad de la canción y de la poesía? Pues eso: que todos y cualquiera puedan usarla con su voz, o sea decir "yo" donde yo no es persona ninguna, sino todos y cualquiera.

Muy bien lo decía el Bachiller Sánchez en sus Semanas del jardín, Y ed. pp. 317-19, y aquí le copio a usted algo de ello, por si se le ha pasado: "no buscaré el peculiar modo de empleo de la lírica en la situación más culta y más sofisticada, sino en la más espontánea, cotidiana y popular: cuando nos llega por el patio interior la voz de una criada que canta 'Sin tiii / miran mis ojos sin veeer...', ¿quién entendemos que es el `yo' de ese 'mis ojos' y quién el 'tú' de ese 'sin ti'? Jamás se nos ocurriría pensar que en ese instante el 'yo' pueda ser otro que el de la propia voz que está cantando, ni el 'tú' pueda ser otro que el de alguien, no importa si real o imaginario, que sea un verdadero tú singular, personal y privativo para esa misma voz. El autor de la canción, por mucho que haya podido ponerse a sí mismo y a su amada, imaginaria o efectivamente, en ese 'yo' y en ese 'tú' del texto, los ha entregado, sin embargo, al público como lugares vacíos indefinidamente capaces de impleción"; y todavía más adelante, "La lírica llega a cumplirse de veras como tal únicamente cuando, como ha sabido mostrarnos, sin lugar a dudas, la criada que cantaba por el patio, el usuario -y ya no 'receptor'- se subroga en el 'yo' de la letra como emisor y personaje, es decir, se hace él mismo tal primera persona que habla por sí y de sí"; y concluyendo, "No hay, pues, en la lírica, propiamente un receptor, sino un usuario: el genuino y singular modo de empleo que la distingue y la define consiste en que cuando yo leo un poema no soy uno que escucha, sino uno que dice".

¿Lo ve usted? Si hasta la gramática sola se lo canta: en cuanto usted se pone a hablar (y ¿cuándo no está usted hablando de algún modo?), en el momento, usted es yo, o, mejor dicho, usted soy yo. O sea que eso que pasa en la lírica está pasando en el lenguaje corriente a cada paso, y si ocurre especialmente en la poesía, es cuando ella acierta, aun caso de que sea culta, a ser no personal, sino popular, es decir a que en ella hable, no el poeta, un señor con su cara y su nombre propio, que a nadie le importa un rábano más que a sus familiares y al Ministerio de Cultura, sino que hable quien sabe hablar de veras, que es el lenguaje, que es el pueblo, y así pueda cualquiera usar el YO que en ella suene (usarlo: apropiárselo, no, nunca) con el mismo derecho que si fuera yo; como lo es: porque ahí tampoco él es nadie con cara fija ni nombre propio.Todos y nadieAsí que quedamos en que usted soy yo. Y, como eso le pasa a usted sea usted quien sea, da lo mismo su clase, su profesión, su vario idioma (porque no hay uno en que no pueda usted ser yo lo mismo), su edad, su sexo y toda su desgraciada historia personal, pues ahí lo tiene: resulta que YO somos todos (no la Mayoría -note usted el punto: todos) en cuanto no somos nadie ni persona, sino yo sencillamente, y que, en fin, pueblo soy yo, q. e. d.

Pero ya lo veo, ya, que con todas las razones, y la lírica y la gramática, se queda usted algo mohino, porque seguramente a usté lo que le gusta no es ser el que habla, sino ése del que se habla, y seguro que, si le pincho un poco, me dirá V. todavía "Pero es que yo, señor mío, no soy cualquiera: yo soy precisamente yo, y hay en mí algo que es mío y nada más que mío, y que no puede cambiarse con ninguno otro, y en el centro de mi intimidad..." Ya, ya: corte usté el rollo, si le place, porque ya le entiendo por dónde va, y sobre todo desde que hay en el mundo democracia, no hay cosa más oída ni leída, "Mi persona, mi identidad personal, mi yo íntimo y mío...". Pero resulta que eso mismo lo dicen todos y todas, y lo dicen igual que usted: ¿no se da usté cuenta de que algo no funciona bien en el asunto?

No voy a convencerle; y además, ¿a quién habría que convencer: al uno o al otro? Porque usté será usted y se llamará como sea su gracia y se verá su vera imagen inconfundible en el espejo al afeitarse o al untarse el morrito, sí, pero al mismo tiempo, usted es yo, o sea pueblo; y esos dos seres de ser, que a usté a lo mejor le parezca que casan tan lindamente, pues no: la verdad es que están en guerra. ¿No ha notado usted a veces que no está usted tranquilo, que no se siente conforme con su vida, que tiene usté muchos líos y problemas que no sabe cómo resolver (ni plantear siquiera) y que acaba usté por pegarle a la menor un grito desesperao a la prójima o al prójimo que le toque o por meterse en el catre sin resolver nada o por echarse delante del cajón televisivo? Pues ahí tiene usted los síntomas de la guerra.

Así que, volviendo de la lírica y gramática a la política (aunque no nos habíamos salido de ella: también la lírica y la gramática son política), lo que quería dejarle dicho, para lo que le valga, es esto: que ha habido, como le enseñan en la Historia, muchas contiendas de regímenes, muchas revoluciones y restauraciones; pero todas ellas (aunque la ceguedad de no verlo es condición necesaria para que se cumplan) se reducen a una guerra sola, que palpita por debajo de todas ellas: de un bando está la Persona, sea faraón o sea ínfimo ejecutivo, pero con su Nombre Propio y su Documento de Identidad, que aspira a su bienestar personal, esto es, a su dinero, a su seguridad y a su Futuro, y del lado de eso está el Estado y la Banca, que en la Democracia o forma más perfecta de dominio se identifican del todo con la Persona y le aseguran su futuro y su dinero: del otro bando está el pueblo, o sea yo.Usted verá cuál de los dos bandos le parece más abstracto o más concreto, más verdadero o más real. Pero sepa al menos que en esa guerra estamos, como siempre, y que ésos que, distrayéndole con otras guerritas (estatales o personales), le hablan de una paz entre mi Persona y yo, entre el pueblo y la Mayoría, ésos le están mintiendo.

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