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La amenaza del siglo XXI

En el año 2000 habrá 150 millones de dementes seniles en el mundo, un millón de ellos en España

La demencia senil y, particularmente, la enfermedad de Alzheimer -la considerada más grave- constituirá en el futuro un grave problema de salud pública, con repercusiones socioeconómicas superiores al cáncer o al sida, en opinión de los especialistas participantes la pasada semana en Pamplona en el simposio multidisciplinar sobre esta dolencia. Para el año 2025, con 1.000 millones de personas mayores de 65 años en todo el planeta, existirá una población demente de 150 millones de personas, según el neurocirujano español Manuel Martínez Lage.

Los expertos españoles que participaron en las jornadas sobre demencia senil celebradas en Pamplona calcularon que en España existen actualmente 750.000 personas mayores de 65 años aquejadas de demencia senil, un 60% de las cuales padece la enfermedad de Alzheimer.Durante el simposio, organizado por la Sociedad Española de Neurociencia, se hizo especial hincapié en analizar los elementos patógenos de una enfermedad progresiva y de pronóstico mortal, cuyas causas no se conocen aún con exactitud, si bien se ofrecieron cifras estadísticas sobre la incidencia de la enfermedad de Alzheimer fuera y dentro de España.

Caracterizada por ser la demencia senil más precoz y rápida en su desarrollo -surge a partir de los 60 años, mientras que las restantes demencias no aparecen hasta superar la barrera de los 70-, la enfermedad de Alzheimer produce graves perturbaciones en la percepción, inteligencia y voluntad. Comienza con un debilitamiento de la memoria, particularmente para los hechos más recientes, y reduce hasta anular por completo la capacidad de atención, voluntad e incluso de movimiento físico coordinado.

Repercusión social

Los 150 científicos de todo el mundo reunidos en Pamplona coincidieron en señalar que, dada la necesidad de una atención permanente en su fase terminal, la enfermedad producirá un problema familiar, social, de salud pública y económico de gravísimas repercusiones en las puertas del siglo XXI, con unos gastos presupuestarios que superarán a los del resto de las enfermedades consideradas más graves.

A este respecto, Claude Wischik, especialista de biología molecular de la Universidad de Cambridge, señaló que la escasa atención prestada hasta ahora a las personas que padecen esta enfermedad mental "es síntoma de una grave crisis moral".

Wischik pidió a la sociedad el mantenimiento de unas estructuras que faciliten el cuidado de estos enfermos. "Un problema existente en diversos sectores de la sociedad actual es que consideran infrahumanas a las personas que no son productivas. Pensar", añadió el profesor británico, "que las personas dementes no merecen ningún cuidado y deben ser liquidadas es una postura similar a la nazi".

Según las cifras ofrecidas en el simposio, este tipo de dolencia evoluciona durante un periodo máximo de tres a cuatro años y afecta hoy en día a un 5% de las personas mayores de 65 años, incrementándose ese porcentaje en un 1 % conforme aumenta año a año la pirámide de las edades. De manera que una persona occidental que alcance los 90 años tiene un 30% de probabilidades de padecer la enfermedad de Alzheimer.

En el año 2000 habrá un millón de españoles con demencia senil, y en Estados Unidos son ya 14 millones. Para el año 2025, con 1.000 millones de personas mayores de 65 años en todo el planeta, existirá una población demente de 150 millones de personas, según los datos de Manuel Martínez Lage, jefe de Neurología de la Clínica Universitaria de Pamplona. Lage explicó que el aumento de la incidencia porcentual de esta enfermedad en la tercera edad se explica por la prolongación cronológica de la vida humana.

Investigación

Luis María Gonzalo, catedrático de Anatomía y director del laboratorio de neurobiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Navarra, insistió en la complejidad del diagnóstico de la enfermedad respecto a las demencías consideradas de tipo Alzheimer y las llamadas demencias multiinfarto.

Añadió que todas ellas provocan en el ser humano consecuencias irreversibles, convirtiéndolo en un vegetal incapaz de valerse por sí mismo. "En las primeras fases de la enfermedad no existen marcadores específicos que nos den síntomas propios", señaló Gonzalo, para quien es especialmente interesante la incentivación económica, por parte de los Gobiernos, de las investigaciones sobre diagnóstico precoz de la enfermedad y tratamientos mitigadores.

Los asistentes al simposio repasaron los métodos de diagnóstico precoz existentes. Desde los iniciales de tipo exclusivamente neuropsicológico (test) a los diagnósticos por imagen que se utilizan en la actualidad, fundamentalmente de tres tipos: mediante escáner, con emisión de protones y por resonancia nuclear magnética.

En España se utilizan habitualmente el escáner y la resonancia nuclear, que permiten analizar el estado del cerebro sin necesidad de abrir la estructura craneal.

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