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El Barcelona sufre en Turquía su primera derrota

Ramon Besa

El Trabzonspor también le pudo al Barcelona. El estadio Avni Aker ha visto caer a grandes equipos como el Inter del 83 o el mismo Liverpool de Kevin Keegan de 1976 por el mismo resultado. Ese campo tiene embrujo. Los azulgranas perdieron ayer la compostura y su primer partido desde el inicio de la pretemporada [el Sabadell le ganó por penaltis en un amistoso]. El equipo arrollador de la Liga, el mismo cuyo juego inspira poesía a los periodistas turcos, se convirtió en una vulgar escuadra de la Recopa. El Barça, europeo no fue el mismo que el liguero.

El diferente carácter de las dos competiciones modificó la actitud azulgrana. Nunca trabajó para ganar el partido sino que se empeñó en tratar de no perderlo, consciente quizá de que encajar un gol no es lo mismo en la Liga que en la Recopa. El propio Cruyff así lo entendió porque modificó el equipo titular. Sentó a un delantero (Julio Salinas) para dar entrada a un centrocampista (Eusebio). Reconociendo así implícitamente una vocación más conservadora. Le salió mal.

Los turcos son un equipo con más oficio que el Betis, punto de referencia dado por Cruyff para evaluar al Trabzonspor. Llevaron el tempo del encuentro mientras que el Barcelona anduvo demasiado relajado. La agresividad que le ha hecho famoso en este inicio de temporada al equipo azulgrana dio paso a la especulación. Fallaron la concentración, la presión y el resultado.

La primera parte del partido resultó plomiza. El Trabzonspor demostró que jugaba sin ninguna vocación de suicida, pese a que el público le rogaba que no tuviera clemencia con el equipo rival. Los turcos centraron su trabajo en maniatar al rival y salieron victoriosos en su empeño. Obligaron al Barcelona a salir con el balón desde atrás por la banda izquierda, el lado que ocupaban dos marcadores diestros, Serna y Ferrer.

El Barcelona especuló demasiado tiempo con el balón e intentó asegurarse el mando copándo la divisoria con hasta seis jugadores, porque Bakero, Beguiristáin y Goikoetxea colaboraron estrechamente con Eusebio, Amor y Ferrer. La retaguardia quedó en manos de Koeman, imponente en su tarea de barrendero, y el ataque estuvo al amparo de la brega de Stoichkov y la potencia de Goikoetxea.

El juego ramplón se vio salpicado por la lucha barriobajera que mantuvo Stoichkov con sus marcadores. El árbitro intentó cerrar la polémica amo nestando primero al búlgaro y luego a Unal, después de una entrada al peroné del turco y de un intercambio de escupitajo entre ambos. La precaria situación de Stoichkov llevó a Cruyff a sustituirlo en el descanso por Julio Salinas.

El Barcelona fue perdiendo su sitio en el campo y cedió descaradamente el terreno a su rival. El empuje turco obtuvo su recompensa a balón parado. El gol despertó al público y dejó a los azulgrana en una posición delicada.

Al Barcelona le perdió el conservadurismo y la especulación, un vicio que parecía desterrado en este equipo 90-91. Temió por el resultado y acabó sufriendo. El partido de vuelta parece propicio para remontar la desventaja, pero el Trabzonspor es un equipo que tiene un buen manejo del balón y sabe colocarse en el campo.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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