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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

A la Cruz Roja del Mar

Un testimonio de agradecimiento a la Cruz Roja del Mar y a un par de jóvenes surfistas, quienes, con riesgo de sus vidas, salvaron la mía.Hace un par de días, en la pequeña playa de Morro Besudo, con la mar algo picada, percibí mientras nadaba que la corriente me, arrastraba hacia el acantilado de su extremo sur. Me puse a nadar hacia la orilla, dándome cuenta de que no avanzaba; nadaba, nadaba, y ni un centímetro hacia adelante. ¡Oh, Dios! Tan cerca y tan lejos... Tragué agua y me hundía, pedí socorro, tragué más agua y me hundía. ¡Qué lenta y que amarga es la muerte por inmersión! Da tiempo a pensar en todo. Y lo peor es que depende de uno mismo el esfuerzo para salir de esa situación. Pero el agotamiento me iba invadiendo, buche a buche, brazada a brazada, y llegó el momento en que pensé que debía abandonar, que ya no tenía objeto el seguir luchando; me hundí de nuevo, pensé en mi familia, en los problemas que les crearía yo, idiota, ahogado a 20 metros de la playa, y di una última brazada para salir a flote. En ese momento llegó un surfista, Víctor, 16 gloriosos años. Me puso su tabla por delante y me dijo que me agarrara fuerte. Me sujeté como pude, ya medio inconsciente, y entohces llegó otro joven surfista, Juanvi, que contribuyó a arrastrarme, nadando, tirando de mí, hasta un entrante de las rocas donde, entre los dos, me sacaron del agua. La verdad es que en esos momentos yo ya no estaba muy claro y no recuerdo exactamente cómo se desarrolló la cosa.

En pocos minutos acudió una zodiac, que avisaron unos buenos vecinos, delpuesto de socorro de la Cruz Roja, de San Agustín, en Gran Canaria, con los soldados Francisco del Tablero y Víctor. Encallaron la lancha en el hueco de las rocas, con gran riesgo, pues las olas pegaban con enorme fuerza en el acantilado, y en unos pocos minutos estábamos en la clínica, donde me reanimaron.

Habrá detalles que se me han pasado por alto, ya que no todo el tiempo estuve consciente, pero ésa es la anécdota según la recuerdo. Gracias en especial a los cuatro jóvenes a quienes debo la vida y gracias a la juventud idealista, desprendida, que todavía sabe ofrecerse por quien la necesita. Gracias, gracias... -

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