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Cientos de personas usan las zonas industriales para aprender a conducir

Luz Sánchez-Mellado

A la caída de la tarde, en fines de semana o días festivos, los recintos industriales se vacían de trabajadores y se pueblan de desvencijados coches familiares en los que padres, novios o amigos desbravan a los aprendices de conductores en el uso combinado de embrague, freno y acelerador, ahorrándose de paso alguna clase en la autoescuella. Mientras que la Dirección Provincial de Tráfico afirma que estas prácticas sólo están prohibidas en las vías públicas en las que se aplique la Ley de Seguridad Vial y el Código de la Circulación, las autoescuelas las consideran caldo de cultivo de futuros conductores conflictivos.

Teresa quiere sacarse el carné de conducir. Está esperando a que la mayoría de las autoescuelas de su ciudad vuelvan de vacaciones, la próxima semana, para inscribirse en una de ellas y comenzar las clases teóricas y prácticas que la prepararán para el examen que más teme desde que acabó su etapa de estudiante. Sin embargo, esta joven ha decidido que su espera no sea totalmente pasiva. Los sábados y domingos Teresa se arma de valor, acude a un polígono industrial, situado a escasos kilómetros de su domicilio en Alcalá de Henares, y se pone al volante del decrépito Simca 1.000 de su novio para iniciarse en la técnica de la conducción."De esta forma aprovecho el tiempo y me voy quitando el miedo al volante para que, cuando empiece las clases en la autoescuela sepa qué pedal es cada uno, cómo se meten las marchas y dónde se activan los intermitentes, las luces e incluso el claxon. No pretendo llegar sabiéndolo todo, pero si me puedo evitar alguna clase práctica, pues mejor, porque la verdad es que debe ser fastidioso pagar todos los días más de 2.000 pesetas por menos de, una hora de clase con el profesor", dice Teresa.

Ejercicios básicos

Como Teresa, cientos de aprendices en todas las ciudades y pueblos de la región utilizan los recintos fabriles, aparcamientos, vías de servicio o calles de poco tránsito para practicar las maniobras, aparcamientos, cambios de sentido y giros que componen los ejercicios básicos de la iniciación a la conducción.En alguno de ellos, como en el polígono Azque, a las afueras de la ciudad de Alcalá de Henares, un cartel prohíbe expresamente la realización de prácticas automovilísticas en el recinto. En otros, sin embargo, la ausencia de vigilancia, una vez acabada la jornada laboral, facilita estas pruebas de los aprendices. En general, la postura de los propietarios o inquilinos de las naves industriales de estos improvisados campos de prácticas es permisiva con los aspirantes, siempre que su conducta al volante no sea temeraria y se realice en horas o días de poca actividad en los recintos.

La Dirección General de Tráfico se muestra contraria a estas prácticas particulares "siempre que se realicen en vías de tránsito público en las que sea aplicable la Ley de Seguridad Vial y el Código de la Circulación, y cuando sean impartidas por personas que cobren por sus servicios de asesoramiento, ya que esta actividad incurriría en un delito de intrusismo profesional y competencia desleal con las autoescuelas autorizadas para llevar a cabo estos ejercicios prácticos", según manifestó un portavoz oficial de este departamento.

En el resto de supuestos -prácticas supervisadas por personas no interesadas económicamente en vías privadas o sin tránsito-, la única responsabilidad exigible sería la derivada de un posible accidente ocurrido cuando el aprendiz estuviera al volante.

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Los directores y profesores de autoescuelas se muestran contrarios a estas prácticas, que entran en colisión directa con los intereses económicos de estos establecimientos docentes y que califican como una competencia desleal. "Los aprendices que realicen estos ejercicios de pruebas en coches particulares para ahorrarse un par de clases en la autoescuela están malaprendiendo la técnica de conducción, ya que el dueño del coche en el que aprenden suele mirar más por la integridad de su vehículo que por los pasos que hay que seguir para que un novato capte realmente las reglas de la conducción", dice José Manuel Báez, presidente de la Confederación Nacional de Autoescuelas.

Adquirir vicios

"Los que aprenden de esta manera están adquiriendo vicios que luego son muy dificiles de eliminar", añade Báez, "y que pueden suponer una merma en la seguridad del futuro conductor y de sus acompañantes".Para José Manuel Báez, el modo de aprender la técnica de conducir está directamente relacionado con la seguridad al volante del futuro conductor. "En Alemania, donde es obligatorio aprender y examinarse a través de una autoescuela, el número de accidentes de circulación es cinco puntos más bajo que en España, donde se permite el acceso libre a las pruebas".

Félix Martínez, profesor de autoescuela, afirma que "dejar a un aprendiz que coja el volante de un coche convencional -sin doble mando para el copiloto- "es como dejar una caja de bombas a un mono, aunque se esté en una calle sin demasiado tráfico". López estima en "una sesión por año de edad", las clases necesarias para que un aspirante esté preparado para afrontar con garantías el examen de conducir, aunque esta media aumenta a 1,5 clases por año cuando el aprendiz supera los 35 años de edad. El precio medio de las clases de conducción en la Comunidad de Madrid es de unas 2.000 o 2.500 pesetas los tres cuartos de hora lectiva práctica.

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Sobre la firma

Luz Sánchez-Mellado
Luz Sánchez-Mellado, reportera, entrevistadora y columnista, es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense y publica en EL PAÍS desde estudiante. Autora de ‘Ciudadano Cortés’ y ‘Estereotipas’ (Plaza y Janés), centra su interés en la trastienda de las tendencias sociales, culturales y políticas y el acercamiento a sus protagonistas.

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