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Entrevista:

"La dirección del PSOE debe ampliarse"

Enric Company

Refugiado con su familia en una masía del Penedès, en la localidad de Saifores, Raimon Obiols dedica el verano de su 50º aniversario a desintoxicarse del tabaco, que hasta ahora consumía en cantidades similares a las quemadas por Santiago Carrillo y Adolfo Suárez, y a liberarse un poco, según dice, de la presión diaria de la política. Pero abstenerse del tabaco le está resultando sumamente difícil, confiesa, pese a su decidida voluntad. Y de la política no le dejan.Pregunta. ¿Qué debe hacer el PSOE en su próximo congreso para encalmar la marejada que agita, por lo menos, a buena parte de sus cuadros dirigentes?

Respuesta. El PSOE no tiene que hacer en la actualidad ninguna rectificación importante. Lleva una excelente velocidad de crucero. No se enfrenta a ningún dilema político o ideológico grave, como fueron en el pasado la cuestión del marxismo o la OTAN. Por eso saltan a primer plano aspectos como la composición de la dirección. Yo creo que lo que debe hacer el PSOE es, simplemente, la puesta a punto, esa revisión que hay que hacerle a un automóvil cuando lleva rodados muchos kilómetros.

P. ¿No cree que, puesto que representa casi el 80% de la izquierda española, es lógico que en este partido se sepa quién es la derecha y quién la izquierda o el centro, como ocurre en otros del entorno europeo inmediato que están en situaciones similares?

R. Mi opinión es que el partido socialista debería parecerse más al espacio político y electoral que representa, que es muy amplio y, ciertamente, reúne sensibilidades políticas distintas.

P. ¿Cómo puede conseguirse esta adecuación?

R. Soy partidario de ampliar la dirección. Hablo de apertura más en sentido generacional y cultural que en el de tendencias o corrientes. Y he de advertir que, al mismo tiempo, soy partidario de los equipos de dirección homogéneos, efectivos. El PSOE debe tener mecanismos mediante los cuales todos puedan sentirse partícipes del debate político de la dirección, puedan discutir. En mi opinión, el problema no es si Carlos Solchaga ha dicho esto o lo otro. No sé ver diferencias políticas relevantes entre Alfonso Guerra y Solchaga, por ejemplo. O incluso en lo que postula Jorge Semprún. Pero sí creo, en cambio, que existe un problema ambiental en el ecosistema del partido que revela la falta de mecanismos de participación, de debate político.

P. ¿Cuál es la causa de este problema?

R. Que ha crecido mucho en poco tiempo y ha asumido mucha responsabilidades, pero sus mecanismos de dirección siguen siendo los mismos ahora que cuando era pequeño y no gobernaba. El riesgo a evitar es la creación de centros de reflexión excéntricos; la generación de una cultura de gobierno y otra de partido que no estén en sintonía. Por eso planteo que se dé continuidad al actual equipo dirigente, pero que se amplíe la composición de su dirección.

P. Lo lógico es que el debate político cristalice en posiciones, fije polos de referencia. Eso es, en la práctica, la configuración de tendencias, llámense así o no.

R. Cuando un partido tiene un liderazgo tan claro como éste no creo que sea positiva la formación de tendencias. Acaban convirtiéndose en una fórmula para repartir cuotas de poder entre los dirigentes. Hay que garantizar mecanismos de discusión y participación, pero evitando la aparición de liderismos internos. Articular la vida interna de un partido sobre el fulanismo, sobre el "yo soy de tal o de cual", es negativo. Ahí tenemos, sin ir más lejos, la experiencia del partido socialista francés, paralizado por estas divisiones.

P. Entonces, ¿qué fórmula adoptaría?

R. Ya lo he dicho antes: una dirección amplia, con mecanismos de debate claros, no descalificadores. Un plenario de la dirección con sus actuales componentes más otras 10 o 15 personas, y un secretariado más permanente, más ejecutivo.

P. ¿Prosperará esta fórmula en el próximo congreso del PSOE?

R. No lo sé. Nosotros hemos dicho cuál es nuestro criterio sobre esta cuestión. Hay quien lo juzga válido y quien no. Otros no se han pronunciado.

P. Y en este debate político que abona, ¿qué posición defiende usted?

R. Soy partidario de un socialismo más abierto, más plural, más libertario, menos estatalista. Más de cultura política que de catecismo.

P. En el espectro interno del socialismo español, usted, ¿dónde se situaría?

R. En el centro-izquierda de lo que se conoce como felipismo, entendiendo como tal la opinión mayoritaria en el partido.

P. ¿Está de acuerdo con la definición de oportunismo de izquierdas aplicada por Semprún al guerrismo?

R. Me parece que el razonamiento de Semprún no se ajusta exactamente a lo que se suele entender por guerrismo. Que, por otra parte, no se sabe muy bien qué es. Pero esta polémica no me interesa nada.

P. Lo cierto es que cuando Semprún ha expuesto sus criterios propios, se le ha replicado de forma descalificadora, encasillándole como producto de la cultura política comunista. ¿Le parece la mejor forma de afianzar al PSOE como casa común de la izquierda?

R. Con lo que a Semprún le encanta la polémica no creo que se sienta damnificado por lo que una persona haya dicho. Al revés, más bien debe de estar satisfecho por las reacciones que ha suscitado.

P. ¿El caso Juan Guerra puede afectar a la composición de la dirección que surja de este congreso?

R. No. Afecta a una persona no afiliada al partido y es objeto de investigación judicial. Eso no afecta al PSOE.

P. ¿Cree que un vicepresidente del Gobierno y vicesecretario del PSOE puede soportar indefinidamente la presión de este asunto?

R. Sí puede, porque parto de la base de que él no está implicado. Se ha intentado de manera absolutamente pertinaz, pesada, que lo esté. Pero yo creo que tenemos Alfonso Guerra para rato. Y no me parece mal.

El conflicto con Irak

P. ¿Qué impresión le produce ver a España alineada con las grandes potencias y preparando sus buques de guerra para enviarlos a Oriente Medio?

R. España se ha alineado con lo que ha sido una reacción unánime a nivel mundial contra un acto de agresión militar. La pretensión de borrar un país del mapa ha sido condenada tanto por Estados Unidos como por la Unión Soviética y China, por ejemplo. Lo nuevo para España en este caso es que por vez primera actúa en el marco de sus alianzas internacionales, la Comunidad Europea, la OTAN y la Unión Europea Occidental (UEO). Y, me parece positiva la reacción del presidente del Gobierno, Felipe González, al propugnar una solución regional para el conflicto.

P. Pero más bien parece que lo que se prepara es una intervención militar. Y España está dispuesta a enviar buques de guerra al escenario del conflicto.

R. Eso ya se verá.

P. ¿A qué atribuye la unanimidad, sobre todo durante la primera semana, en la valoración del conflicto hecha por la derecha y la izquierda europea?

R. Insisto: Estamos ante una ocupación militar de un país por otro, que ha provocado un rechazo unánime de la comunidad internacional. Sería equivocado analizar este conflicto como una expresión de la dinámica Norte-Sur en el planeta o un enfrentamiento de los países industrializados con los no industrializados.

P. Jordi Pujol sostiene que la quiebra de los regímenes del ex bloque soviético es la definitiva derrota de las ideas que han alimentado a toda la izquierda europea, incluyendo por supuesto a los socialistas.

R. Si en Cataluña hay un partido leninista es, como se ha repetido muchas veces, el del señor Pujol. Todos conocemos la voluntad abusivamente intervencionista y controladora de la sociedad catalana que le anima. Aspira a controlarlo todo: los clubes de fútbol, las cajas de ahorros, las cámaras de comercio, los colegios profesionales y las asociaciones de vecinos. Esa es su práctica real. Por lo demás, eso de que la historia ha dado la razón a los nacionalistas es risible. ¿Por haber provocado las dos últimas guerras europeas? La historia no da la razón a nadie. No se la ha dado a los comunistas, que son quienes más han hablado de tenerla a su favor, ni por supuesto a la derecha.

P. ¿Piensa disputar de nuevo en 1992 la presidencia de la Generalitat a Pujol?

R. Es una decisión del partido. No lo hemos hablado, y no lo haremos hasta después de las elecciones municipales.

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